Conozco a una señora hace muchos años, quien apenas si tuvo contacto con su padre, pues este abandonó el hogar cuando ella apenas tenía un año de edad. Esta señora creció carente de afecto y expresiones de cariño. Hoy día ella vive en una ciudad de Honduras, donde creció, se casó, tuvo sus hijos, se convirtió en empresaria próspera; y hace unos cuantos años enviudó.
La necesidad emocional en su vida, la hizo tratar de proteger a sus hijos varones para tenerlos cerca; de tal manera, que uno de ellos vive en un apartamento a la par de su casa, como parte de ella; y el otro, en otro apartamento arriba de su casa, que también es parte de la misma. Su deseo interno al hacer esto era disfrutar del cariño y la cercanía de sus hijos, nueras y nietos, lo cual no sucedió.
Lamentablemente, cuando esta señora está delicada de salud y necesita atención, ni las nueras ni los nietos preguntan siquiera por ella. Una de ellas le habla solamente para pedirle dinero prestado. ¡Qué triste y lamentable situación! Uno se preguntaría por qué ocurre esto, si ella fue una buena hija, buena nuera y buena nieta, entonces no es por siembra y cosecha, es por algo más.
La señora comenta con mucho dolor que esas actitudes la desaniman en la vida.
Definitivamente, todas las personas que esperen recibir amor o atenciones de aquellos que no han sino llenos del amor de Dios, se sentirán frustradas y nunca recibirán lo que esperan o necesitan; porque nadie puede dar lo que no tiene.
No obstante, Hay Una Esperanza, la cual es real para todos y cada uno de nosotros. Si abrimos nuestro corazón para recibir el amor de Dios, nuestro Padre, experimentaremos una plenitud, una llenura, que nadie más puede darnos. No solamente eso, sino que, una vez que seamos llenos de ese gran amor, tendremos toda la capacidad para amar a otros, para estar atentos a sus necesidades. Pero no solamente eso, sino que si esta señora fuera llena del amor de Dios, no estaría esperando demostraciones de amor de las personas que no pueden dárselas.
Querido lector, es posible que tú seas una de esas personas que vive pendiente de que otros te amen y te demuestren su afecto. Quizás hay vacíos profundos en tu alma que no puedes llenar con nada, ni con nadie; pero yo quiero decirte que si abres tu corazón para que el Dios de amor lo llene, no tendrás necesidad de nada, no habrá más vacíos ni tristeza, ni amargura.
Quiero invitarte para que le des la oportunidad a tu Dios y Creador para que te llene y te demuestre cuanto te ama. Solamente necesitas desearlo, anhelarlo y abrirte a esta nueva dimensión, la cual nunca antes has experimentado.
