TEMAS DE OPINIÓN

Desequilibrio

Abril 27, 2015


Hay un viejo refrán que dice "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy", complementariamente hay otro conocido dicho popular: "Al que madruga Dios le ayuda". Sin embargo, la tendencia común es la de posponer las cosas para después, para más tarde, para mañana. Una de las situaciones que más nos frustran, es el hecho de que cuando nos acostumbramos a posponer las responsabilidades normales que recaen sobre nosotros, esto va poniendo un leve peso de insatisfacción en nuestras espaldas, que al cabo de un tiempo se ha convertido en frustración al ver nuestra incapacidad, nuestra limitación, el poco resultado o avance; pero sobre todo, sin reconocer que ha sido nuestra costumbre negativa de ir dejando todo para un mañana que nunca llega. Muy contrastante es la posición del obsesivo compulsivo que no puede ver las responsabilidades que tiene frente a él, pues se desespera por cumplirlas; se priva de sus horas más preciadas de sueño, come parada(o) o no come, no está satisfecha(o) hasta que cumple su cometido; sin embargo, estas personas nunca logran cumplir con sus compromisos, ya que contraen nuevos, antes de completar los primeros. Esto también provoca en ellos un continuo estado de frustración al no poder observar jamás, su deber cumplido. Vemos pues dos cuadros aparentemente antagónicos, pero ambos concluyen en frustración, insatisfacción, auto rechazo. El mundo está lleno de personalidades que rayan en los extremos; pero muy pocas personas encontramos que vivan en el justo equilibrio. El Señor nos manda a ser ponderados, equilibrados en nuestra vida, ser responsables, tener sentido de urgencia, pero sin afanarnos, ni pretender actuar más allá de nuestras capacidades. Ante las luchas cotidianas con que cada hombre (varón o mujer) debe confrontarse, existen tres actitudes en términos generales, y nosotros decidimos cual tomar: Una AGRESIVA, de lucha, combate; otra PASIVA o indiferente y la tercera es la de VÍCTIMA. El agresivo se lanza en sus propias fuerzas humanas a pelear contra el sistema, contra la economía, contra la sociedad, la corrupción, el desánimo, la indolencia; quizás muy pronto se sentirá fatigado, frustrado o impotente. Probablemente habrá otros que aunque no vean cambios, tendrán la satisfacción de haber hecho todo lo que estaba a su alcance. El indiferente, verá delante de él como la economía se derrumba, como las vidas se destruyen, vivirá en medio de la mediocridad y el latrocinio, observando el caos y la aflicción, pero nada lo conmoverá. Su pensamiento es: "Yo no puedo cambiar las cosas", "Una golondrina sola no hace verano", "El que por su gusto muere que lo entierren parado", "Allá ellos, mientras yo esté bien, no hay problema". La víctima reaccionará en base a lo que las circunstancias le afecten directamente; esta persona piensa que las riquezas están mal repartidas, que Dios ha sido injusto al permitir que unos mueran de hambre y frío, o que los cambios meteorológicos afecten precisamente a los de menos recursos. Él siempre está resentido hacia aquellos que logran algunas metas u objetivos en la vida; sobre todo, siempre busca un culpable de cada situación difícil o desagradable. Los individuos con esta personalidad suelen deprimirse fácilmente, ya que toman para sí todas las agresiones del medio y la sociedad. ¿Cuál es su actitud? Cualquiera de las tres posiciones que usted tome, en sus propias fuerzas o con el razonamiento egoísta que caracteriza al ser humano en su naturaleza caída, hará que se encuentre frustrado, deprimido, airado... pero para usted, Hay Una Esperanza. Cristo termina con la depresión y el egoísmo. Él nos conduce a la actitud correcta y al justo equilibrio.

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