TEMAS DE OPINIÓN

Un Cambio Urgente

Junio 9, 2015


Estoy segura que mis queridos lectores que me siguen a través de la columna Hay Una Esperanza, están deseosos de saber el desenlace de mi situación del Pasaporte.  Tengo que comentarles que decidí relajarme el fin de semana porque tenía muchas responsabilidades por cumplir, pero me organicé para madrugar el lunes; sin embargo, apareció un buen samaritano que se ofreció para ayudarme a hacer la fila desde antes de las seis de la mañana, para que yo no estuviera tanto tiempo parada y llegara a las ocho; hora en que regularmente abren y permiten que las personas hagan la fila adentro.  Ya estaba saliendo de casa, cuando recibí la llamada de mi buen samaritano para informarme que debido a que la energía se iría a las once de la mañana, ese día no iban a atender trámites urgentes de pasaportes.

En vista de lo anterior, me organicé para el martes, mi buen samaritano llegó a las oficinas antes de las seis de la mañana, pero ya había diez personas antes en la fila de urgentes, todos los que no habían sido atendidos el día anterior.  A las ocho de la mañana, salió un empleado para avisar que este día iban a abrir más tarde, a las nueve de la mañana.  Por fin pude ingresar, entre empujones y apretones, para tomar el lugar de mi buen samaritano; me revisaron mis papeles, me dijeron que la copia de mi identidad era inaceptable porque no tenía el formato oficial, así es que fue necesario correr a sacar una nueva fotocopia.  Finalmente me tomaron los papeles y dos horas más tarde me entregaron el recibo para ir a pagar los veinte dólares en el banco.  Estaba lloviendo, pero fui lo más rápido que pude; al llegar a la ventanilla con mis $20.00, la señorita me dice que ellos no compran dólares; menos mal que tengo cuenta en ese banco y pude hacer el trámite.  Volví tan pronto pude, gracias a Dios me ubicaron en la posición número cinco.

Finalmente me llegó mi turno; la persona que me atendió parecía muy cansada y no se veía muy feliz.  Cuando me pidió poner mis dedos índices para tomar las huellas digitales, me dijo que no eran comparables con las del sistema, que si acaso me sudaban mucho los dedos me los secara.  ¿Creen ustedes que me estarían sudando los dedos en un salón a 43 grados centígrados con unas doscientas personas adentro? Cuando me iba a tomar la foto, se fue el sistema.  Luego ella me pidió el pasaporte anterior y al ver que estaba con mi nombre de casada, me pidió el acta de matrimonio.  ¡No podía creerlo! Fui al Registro Nacional de las Personas en San Pedro Sula, asumiendo que la información estaría en el sistema, pero negativo.  Comencé a llamar a La Lima para que alguien me llevara un acta de matrimonio que tenía en mi archivo, esperé a la persona a medio camino, salí corriendo hacia la sección de pasaportes para llegar a tiempo; para mi decepción me dijo la señorita, sin levantar su mirada: Vuelva mañana, el acta tiene que ser actual, del 2015.

Después de ir al Registro Nacional de las Personas en La Lima, donde no tenían internet, por lo que había que ir donde un vecino, obtuve el acta.  Al momento de escribir esta columna, sólo puedo decir que si Hay Una Esperanza.  Mi esperanza en este momento es que mañana que vuelva a ir, pueda resolver este asunto.

Definitivamente necesitamos un cambio urgente. El cambio debe comenzar en el corazón.

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