TEMAS DE OPINIÓN

Instruir

Julio 7, 2015


Definitivamente los niños son los mejores aprendices o discípulos que podemos tener; ellos aprenden tan fácilmente con el ejemplo de los mayores o de aquellos a quienes ellos consideran sus líderes o personas dignas de admirar.  Por supuesto para un niño, su primer modelo a imitar será su papá o su mamá.

Recientemente una de mis nietecitas estaba en nuestra casa para almorzar, ya que sus padres estaban en el hospital por el advenimiento de su segundo hijito.  La pequeña, siempre que llega a nuestra casa, se dirige a la sala, donde encima de la mesa de centro hay algunos baúles de tela o de madera, con los cuales ella juega de diferentes formas.

En esta ocasión ella dispuso jugar de “cocinita”, donde los baúles eran las ollas, los pequeños frascos con cuentas que estaban adentro, se convirtieron en condimentos para la comida.  De pronto, ella dijo: ¡No, los muebles de la sala no son para comer, necesito una silla del comedor!

No cabe duda que ella estaba segura de que lo que estaba haciendo no era un juego, sino que era su realidad.  Los niños toman las cosas con mucha seriedad, pero lo que más me impresionó fue como ella tiene convicciones tan fuertes, aprendidas de sus padres, acerca de lo que es correcto y lo que no es correcto.

Esto nos lleva a pensar en la gran responsabilidad que como adultos tenemos y aún más como padres o abuelos, acerca del ejemplo que damos a nuestras siguientes generaciones.  ¿Qué han aprendido ellos de nosotros? ¿Acaso les hemos dado un buen ejemplo sobre no botar basura en la vía pública? ¿Nos han visto ellos y han aprendido de nosotros a no hablar con la boca llena? ¿Les hemos modelado acerca de no dejar la ropa o los zapatos tirados por toda la casa?

Todas las preguntas anteriores tienen que ver con buenos modales o cuidado del ambiente; pero hay ejemplos más profundos que debemos revisar en nuestro comportamiento. ¿Hemos sido honestos y rectos y nos han visto nuestros hijos cuando pagamos la cantidad correcta, incluyendo los impuestos? ¿Hemos sido un buen modelo de sujeción a la autoridad, para que nuestros hijos lo hagan de la misma forma?

Mis queridos lectores, esto es para meditarlo seria y profundamente; no es un artículo más, es una lección para la vida diaria y para siempre.  Sabemos que para nosotros en Dios, siempre Hay Una Esperanza, nuestra esperanza comienza con Cristo en el corazón.  Cuando la luz llega a nosotros, comenzamos a ver las cosas de otra forma, entendemos lo que es de Dios y lo que no lo es; qué es lo que proviene de la luz y qué está asociado con las tinieblas. 

Mientras escribo esto, mi nietecita buscaba en el televisor un programa para niños, les comento que ella está por cumplir cuatro años apenas. Al ver unos muñequitos que parecían inofensivos, ella dijo: Eso no, no quiero verlo, porque tiene magia y no agrada al Señor.

Definitivamente cuando invertimos tiempo en enseñarles a nuestros hijos a distinguir lo bueno de lo malo, ellos van a aprender a discernir lo que les conviene.

Queridos lectores para ustedes también Hay Una Esperanza, hoy pueden comenzar a ser luz en su casa, una luz que se proyecte y alumbre a todos alrededor.  Nuestro Dios es luz, Él es la fuente de todo lo bueno.  De Él aprendemos para ser un ejemplo para los que nos rodean.

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