Febrero 2, 2016
La tierra está llena de individuos decepcionados, frustrados, heridos a causa del desengaño. El hombre se frustra cuando ha puesto sus expectativas en algo o en alguien, y cuando no obtiene el efecto deseado, o el resultado esperado, se torna en frustración.
La joven que se casa muy ilusionada, sueña con su casita como si fuera sacada de un cuento de hadas, todo lleno de poesía, aroma de rosas y jardines colgantes; muy pronto se encuentra rodeada de cacerolas sucias, pisos por barrer, ropa por lavar, calcetines regados por el piso, leche que se derrama en la estufa, ronquidos a media noche, protestas por la comida que no sabe como la de mamá... en fin, sus fantasías se convierten en frustración.
El hombre de negocios que abandona a su esposa con quien ha convivido por varios años, a sus hijos que alegraban su llegada al hogar, aun su casa que se mantenía ordenada; a cambio de la excitante experiencia de convivir con su flamante secretaria que siempre olía a perfume francés, que usaba elegantes vestidos salidos de la planchaduría, sus manos siempre tenían un manicure reciente, el maquillaje muy a tono con su persona, le saludaba con voz lánguida y comprensiva, presta a brindarle la taza de café a tiempo y recordarle sus citas de negocios con gran celo. De la noche a la mañana, aquella fabulosa mujer dejó de ser la profesional para convertirse en ama de casa, y aquel hombre descubre que lo que tiene ahora por compañera, está lejos de ser lo que él había idealizado.
El niño o joven adolescente que ya no soporta la disciplina del hogar, está desesperado por terminar su secundaria para mudarse con sus tíos a la capital, aquellos con los que ha pasado hermosas y divertidas vacaciones; al transcurrir uno o dos meses descubre la enorme diferencia entre estar de visita y vivir con ellos, su frustración se hace visible y quisiera regresar a casa. Es posible que usted querido lector, se encuentre ahora mismo en un estado de frustración o decepción, por haber puesto sus esperanzas en alguien que le falló. Es necesario saber que todo nos va a fallar, el único que nunca falla es Jesús, Él nos enseña a no tener expectativas para no frustrarnos; pero de Él siempre podemos esperar lo mejor. ¡Hay Una Esperanza!
