Abril 26, 2016
La verdad es siempre absoluta, aunque existan verdades relativas. El mundo busca la verdad ansiosamente, pero en medio de esa búsqueda, incesantemente vivimos en un mundo de mentira. Los hombres mienten para justificarse, mienten para protegerse, o para no tomar responsabilidad de sus actos. El niño desde que nace se expone a las llamadas "mentiras piadosas" o "mentiritas blancas", y va creciendo en medio de ellas, como si fuera algo natural.
Es común que la señora instruya a la empleada o a sus hijos para que digan que ella no se encuentra en casa en ese momento, cuando le llama o visita algún promotor de ventas, o cobrador.
El hombre casado que pasó parte de la noche con alguna amiga, llega tarde a casa pretextando que le surgió un compromiso de negocios de última hora.
La empleada doméstica que quiebra un jarrón o adorno de cerámica, trata de pegarlo o acomodarlo, para que la patrona no se entere que fue ella; o para que se despedace en manos de alguien más.
Los padres que llevan a su hijo de paseo en época de clases, muy tranquilamente envían una excusa justificando que el niño estuvo enfermo.
La soltera que queda embarazada, o bien la que como consecuencia de un aborto incompleto es llevada a la clínica del médico, casi siempre niega su condición, e insiste en su virginidad anatómica, mintiendo para cubrir la situación.
Los hijos que extraviaron un dinero de los padres, tratan de conseguirlo por otro medio, mintiendo u ocultando la verdad.
Vive el hombre de mentira en mentira y de engaño en engaño, queriendo no obstante encontrar la verdad. El hombre mismo se va atrapando en un mundo falso, en el cual crecen y se desarrollan sus hijos también; sabemos que ellos aprenden lo que viven y que nosotros como padres somos responsables de ello.
Querido amigo, si usted desea dejar de vivir en la mentira y anhela la verdad, ¡Hay Una Esperanza! Usted necesita a Jesucristo, porque Él es la Verdad, el Camino, y la Vida.
