TEMAS DE OPINIÓN

El Fruto del Quebrantamiento

Septiembre 21, 2017


Hace aproximadamente unos veinte años, una bonita familia, la cual residía en el norte de Honduras, se disponía a pasar unas lindas vacaciones en el Balneario Montelimar de la hermana república de Nicaragua; sin embargo sus deseos se vieron interrumpidos por un terrible accidente que sufrieron, donde fallecieron las dos niñas menores del matrimonio y un sobrinito de ellos.

Que difícil debe haber sido este proceso para este hombre que iba conduciendo el vehículo, cuánta mezcla de sentimientos, culpabilidad, dolor, quebranto, en fin… pero además de esto, la esposa quedó paralítica debido a que su médula espinal se vio seccionada.

Cuán terrible dolor para esta madre, supongo que no pudo asistir al funeral de sus hijitas.  Pero esta mujer se sobrepuso a su dolor y encontró refugio en Dios.  La conocí hace unos cuantos años, mientras ella servía al Señor como líder de un grupo de mujeres; era admirable verla conducirse en su silla de ruedas.

Con el paso del tiempo, sus hijas mayores salieron a estudiar en el extranjero, quedando ella con su esposo en casa.  Alguna vez los encontré a todos en un aeropuerto viniendo de vacaciones.  El esposo y padre fue reconocido como empresario, porcicultor, patrocinador del deporte y mucho más.  Una de las hijas se casó y la otra culminaba sus estudios universitarios.

Hace unos pocos años, la prensa y noticieros en general, consternados daban la noticia de que este hombre había sido acribillado a balazos, juntamente con su fiel conductor, servidor y compañero inseparable.  Inmediatamente pensé en su esposa, si acaso ella estaba involucrada en los negocios familiares o si conocía sobre el manejo de los mismos.  Una de las hijas que viajaba desde España, apenas si alcanzó a llegar al sepelio.

Por muy fuerte que una persona sea, todo esto parece demasiado duro para soportarlo humanamente; sobre todo vencer la soledad desde una silla de ruedas.  Pero siempre en Dios recibimos una fortaleza extraordinaria, que el mundo no puede entender porque no conoce a Dios, y por ende no puede experimentar Su profundo e inmenso amor.  La Biblia nos dice que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Si el amor divino mora en nosotros, podemos soportar lo más doloroso, lo peor; porque el amor todo lo sufre y todo lo soporta, porque el amor es benigno, es sufrido, y todo lo cree.

Nosotros somos como barro en las manos del divino Alfarero, Él desea moldearnos, nos estira, nos encoge, nos amasa; y no cesa en su labor, hasta que seamos dóciles en Sus manos.  Nuestro Dios no se goza en vernos sufrir, Él se deleita en ver el producto terminado.  Si nosotros reaccionamos con sumo gozo ante las diversas pruebas, el carácter va siendo forjado hasta alcanzar la estatura de Cristo.

Solamente Aquél que padeció y sufrió hasta la muerte, habiendo pasado por latigazos, corona de espinas, cruz y clavos, puede ser compasivo con nuestro dolor; pero de igual manera, solamente aquél que ha pasado por quebranto, por muerte, soledad, abandono, puede comprender a los que sufren.

Jesús fue y es sumamente misericordioso para comprender al que sufre; pero la Escritura nos dice que Él fue el varón experimentado en quebrantos, el cual aprendió obediencia a través de los procesos que tuvo que pasar.

Yo sé que esta mujer se levantará con un amor más profundo por el Señor, en una dependencia total del Padre.  Querido lector, si tú estás pasando por algo similar, por muchos quebrantos, por soledad y tristeza; yo te recuerdo que en Dios puedes encontrar refugio y consuelo, pero sobre todo, alcanzarás tu victoria total.

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