Cada día surgen nuevos síndromes y enfermedades o síntomas de las mismas, cuya etiología es desconocida y mucho más ignorada es su cura o tratamiento.
Los seres humanos cada vez se encuentran luchando más y más contra enfermedades que aparentemente antes no existían, o al menos no habían sido identificadas.
Esto ha llevado a la ciencia médica a aumentar sus investigaciones para descubrir o preparar productos que puedan contra restar tales condiciones o por lo menos aliviar los síntomas; así pueden ofrecerle a los pacientes una mejor calidad de vida.
Lo lamentable es que cada producto químico que se administra, mejora una condición, pero afecta muchas otras áreas del organismo. Esto ha llevado a otro tipo de descubridores, a buscar en lo básico y original, en las plantas y recursos naturales, para proteger el cuerpo físico, evitando así que este se enferme.
Sin embargo, hemos de publicar que la verdadera raíz y la fuente de las enfermedades es el pecado de nuestros antepasados; que la idea de Dios siempre fue que el hombre viviera en plenitud y calidad de vida. Por lo tanto, la única verdadera protección completa es la vida en Cristo, lejos del pecado.
¿Usted lo cree? Entonces para usted Hay una Esperanza; comience hoy mismo su receta: En primer lugar reconozca que Jesucristo vino a la tierra para morir por usted y redimirle del pecado, de la enfermedad y de la muerte. Una vez que lo cree y lo confiesa o declara, entonces pídale al Espíritu Santo que le llene de la vida de Dios, en la cual hay salud completa.
