Ayer por la tarde, mi hija menor de trece años y sus compañeros de colegio celebraban la despedida del año escolar en una forma muy sana y alegre; sin embargo, en determinado momento comenzaron los sentimientos de tristeza a aflorar, sobre todo en aquellos que saben que no van a continuar en el mismo centro de estudios. Es difícil para ellos despedirse de aquellos que han venido siendo sus compañeros de juegos, de clases, en las buenas y en las malas. Los jóvenes en esa edad llamada “adolescencia” son muy emotivos.
Muchas veces me he preguntado ¿Por qué les llaman adolescentes? ¿De qué adolecen? ¿Qué les duele? Pero al verlos entiendo que en esa época de la vida, se es muy sensible en el alma; de hecho, las experiencias en esa tierna edad, pueden marcan la vida de un joven para siempre.
Considero que el proceso de madurar involucra la capacidad de someter las emociones; sin embargo algunas personas, aunque han adquirido edad, no han podido caminar por encima de sus sentimientos y siguen siendo adolescentes, aunque sean viejos cronológicamente hablando. La incapacidad de controlar las emociones, abre puerta para que otras personas u otras fuerzas controlen nuestra vida.
Verdaderamente, sólo Dios en nuestro corazón puede darnos la Gracia para superar las emociones negativas. Si acaso usted ya recibió a Jesús en su corazón, entonces para usted “Hay Una Esperanza” de vida por encima de las circunstancias y los sentimientos. Si acaso aun no lo ha recibido, entonces, hoy tiene la oportunidad de hacerlo, lo único que necesita hacer es creer y desearlo.
