Meditaba el domingo recién pasado, durante mi tranquilo viaje de Tegucigalpa hacia San Pedro Sula, en horas de la madrugada; que mientras disfrutamos de paz y tranquilidad en nuestro país, y que a la vez que nosotros dormimos plácidamente, cientos de cohetes y misiles alcanzan vidas inocentes en el Medio Oriente. Muchas personas han tenido que abandonar sus hogares y refugiarse en sótanos antinucleares, llenos de temor.
Mi meditación sobre la bendita paz que nos rodea, no duró mucho; al siguiente día, lunes por la noche, mientras nos conducíamos de San Pedro Sula a La Lima, nos llegó vía teléfono celular, la noticia de que habían dado muerte a balazos al hijo de una amada hermana en Cristo, por asalto a un “Rapidito”.
Al ver el contraste, sólo me queda decir, realmente necesitamos que el Príncipe de Paz, Jesucristo llene el corazón de cada habitante del planeta tierra, para que sea hecha la paz entre los hombres.
La paz no es una frase de moda solamente; la verdadera paz tiene que comenzar en el corazón del hombre, porque para eso murió Jesucristo, el Hijo de Dios, para darnos paz, para que fuéramso reconciliados con nuestro Padre celestial; sólo la paz espiritual puede producir paz natural.
¿Crees lo que te digo querido lector? Entonces para ti Hay Una Esperanza, comienza a orar y a declarar, la Paz de Dios sobre la tierra; tú y yo la necesitamos, pero también tus hijos y los hijos de tus hijos, la van disfrutar.