Qué bueno es volver a tener contacto con ustedes por medio de esta columna. Deseo que mientras leen este artículo, se encuentren disfrutando de todo bien de parte de nuestro Dios.
En este momento me encuentro de viaje en una ciudad de Honduras; antes de salir preparé la computadora portátil para llevarla conmigo, ya que sabía que tendría que escribir esta columna. Cuando ya estábamos instalados en el hotel, lo primero que hicimos fue preguntar por la manera para tener acceso a internet, lo intentamos y no fue posible conectarnos. Al regresar por la noche, de la reunión en la cual compartimos, de nuevo mi esposo preguntó, intentó por largo rato, pero al final llegamos a la conclusión de que si había internet en el hotel, pero nuestra computadora no podía recibir la señal.
Me puse a meditar acerca de ese asunto y no pude evitar relacionarlo con nuestra vida espiritual. Muchas veces Dios está hablando, pero nosotros no podemos escucharlo; no importa que tan buena sea la transmisión, si el receptor no está afinado o no está alineado con la naturaleza del transmisor, no será posible entablar un contacto de doble vía.
Cuando entendemos de que Dios quiere hablarnos o desea tener comunión con nosotros, estamos seguros que Él se refiere a dar y recibir información; ahora bien, nosotros no podemos responder si no estamos escuchando.
Una y otra vez, nuestro Dios y Padre nos dice: Si oyereis hoy su voz, lo cual significa que hay quienes no la oyen. Otras veces nos dice: El que tiene oídos para oir, que oiga, eso implica que hay quienes no tienen oídos.
Yo espero mi querido lector que mientras estás leyendo esto, tú te estés preguntando qué tan a menudo escuchas la voz de tu amado Padre. Si hasta este momento no has escuchado Su voz, si no has podido conectarte espiritualmente con Él, no te preocupes, para ti Hay Una Esperanza. Te invito a hacerte una limpieza espiritual de oídos, escudriña lo profundo de tu corazón y saca todo sucio, toda interferencia, lo que impida el fluir claro de Su voz. Si le pides al Espíritu Santo que te ayude a mirar lo que no has visto, seguramente Él te mostrará con cuidado los detalles, porque el deseo del corazón de tu Padre, es que mantengas la comunión constante con Él.