TEMAS DE OPINIÓN

La Responsabilidad

Marzo 14, 2011


Deseo que tengan un excelente día y una semana muy bendecida, mis queridos lectores. Quiero comentarles una anécdota de uno de mis nietos, lo cual ocurrió en estos días.  Mi nuera, la mamá de este nieto muy especial, estaba impartiendo una clase, ella les decía a los discípulos que era muy importante que nuestros hijos desde pequeños aprendieran responsabilidad y que por lo tanto era conveniente que trabajaran y aprendieran a administrar su dinero desde jóvenes. Cuando ella llegó a su casa, se encontró con su hijito de cinco años de edad, que había sacado una jarra de refresco de Jamaica de la refrigeradora, tenía en sus manos unos vasos descartables de seis onzas, y con denuedo hacía señal de parada a los carros que pasaban por enfrente de su casa, para ofrecerles un vaso de refresco por L 5.00. La primera intención de la mamá fue detenerlo, pero luego recordó precisamente lo que había estado enseñando y no le quedó más que dejarlo que siguiera. Interesantemente también pasó una mujer a pie, con una sombrilla para protegerse del sol; de manera que a ella mi nieto le dijo que le daría el vaso de refresco por solamente L 2.00. Me quedé meditando en el razonamiento de este pequeño, cómo él decidió que a la persona que no tenía carro no le podía cobrar igual, sino que le hizo un descuento. Pienso mis queridos lectores que así es la justicia de Dios, que no trata a todo el mundo parejo, sino que demanda de acuerdo a lo que cada uno ha recibido, ya sea en cuanto a bienes materiales o a dones y talentos. He escuchado a algunos padres decir, preciándose de ser justos: “Yo trato a todos mis hijos por igual”; sin embargo, la justicia de Dios no actúa de esa manera, sino que trata a cada quien de acuerdo a su capacidad y a su necesidad; por eso dice la Biblia que al que mucho se le ha dado, mucho se le va a demandar. Para nuestro Dios cada uno de nosotros es particular, especial y diferente; Él nos trata de manera distinta a cada quien, porque nadie mejor que Él conoce de qué fuimos hechos, cómo respondemos, de qué adolecemos y qué necesidades tenemos. Nuestro Señor y Dios tiene los mejores deseos y pensamientos para con nosotros; nadie como Él está interesado en nuestra felicidad, en nuestra realización y en el cumplimiento de nuestro destino y propósito. Definitivamente mis queridos lectores que para ustedes Hay Una Esperanza, les invito a abrir su corazón para que Él penetre y encuentre Su morada, Su habitación; entonces Él les dará a cada quien lo que necesiten. Si has pensado que Dios ha sido injusto contigo porque permitió tal o cual cosa en tu vida, debes renunciar a ese pensamiento y pedirle perdón, porque no hay otro ser tan Justo en el cielo y en la tierra, Él mismo es la justicia.

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