Mis queridos lectores es siempre motivo de alegría escribirles en esta nueva semana, deseando que se encuentren disfrutando de salud y armonía.
En estos días creo que todos nosotros nos hemos sentido consternados por la noticia de lo acontecido en Japón; en primer lugar los efectos el terremoto, luego el Tsunami que arrasó con todo lo que estaba en el camino; y para rematar la situación, sobrevino el problema con las plantas de energía nuclear, las cuales siguen despidiendo partículas radioactivas, que han viajado hasta la bahía de Tokyo. Parece casi imposible que a un solo pueblo le ocurran tantas catástrofes juntas.
Cuando Dios me permitió viajar a Japón, me quedé impresionada con el país, la cultura, la educación, la tecnología, los avances en todas las áreas y tantas cosas impresionantes que ellos tienen; sólo había un pequeño problema y este era el orgullo que ellos han tenido acerca de todo lo que son.
Dios nos bendice para que reconozcamos que Él y solamente Él es el Autor de todo lo bueno; cuando el ser humano deja de reconocer a Dios como la Fuente de su prosperidad y de su capacidad y sus logros, esto se convierte en egolatría, se puede caer aún en idolatría. Muchos son los que admiran su propia inteligencia o su capacidad de hacer negocios o su habilidad de inventar artefactos; o bien su ciencia para crear plantas nucleares sofisticadas, las más poderosas del mundo.
Dios nunca desea el mal de los hombres, porque nos creó a Su imagen y semejanza, para que diéramos a conocer Su naturaleza en la tierra; pero Dios puede permitir ciertas cosas para quebrantar el orgullo del hombre.
Mi querido lector, tú que en este momento estás meditando en lo que te escribo, quizás tú seas una persona muy capaz, inteligente, creativa, que tienes muchos talentos y habilidades; yo te invito a comenzar a darle gracias a Dios ahora mismo y a reconocer que todo lo que eres es porque Él te hizo así, todo se lo debes a Él.
Si tú comienzas hoy a reconocerlo a Él en todos tus caminos, si le das a tu Creador y Hacedor el lugar que le corresponde en tu vida; te aseguro que para ti Hay Una Esperanza. Exaltarlo a Él va a resultar en tu humildad.
Te invito a levantar el Nombre de Aquel que te hizo y te dotó de dones y capacidades hermosas.
