El pasado lunes 6 de junio, hubo una conmoción en todas partes del planeta tierra donde hay seres humanos que lo habitan. Muchos, conocedores de los tiempos de Dios y de la simbología numérica entendían el asunto y aunque varios no creen ni en Dios ni en el diablo, tenían temor de lo que ese día podría acontecer.
Justamente, ese día era el 6/6/6, para muchos es el número del enemigo (el diablo); pero realmente el 666 es el número del hombre imperfecto, es el número que representa la naturaleza humana que a través del “ego” del hombre, quiere levantarse por encima de Dios. El hombre que quiere tomar el lugar que sólo le corresponde a Dios, en el corazón. Esto se llama “humanismo” y es una idolatría muy sutil, llámese más bien “egolatría” o auto-adoración.
Cuando Cristo viene a habitar el corazón del hombre (varón o mujer), por Su Espíritu Santo, es Cristo quien debe tomar la supremacía en todo, sentarse en el trono de Dios, preparado en nuestro corazón para Él, solamente.
Mientras muchos buscaban poderes de lo oculto para fortalecer sus engaños y sus intentos de emular la grandeza de nuestro Todopoderoso Dios; muchos de los que verdaderamente amamos al Dios de toda la tierra, ese día nos reunimos para adorarlo y exaltarlo por encima de todo y de todos; estamos muy seguros que la tierra estaba siendo llenada de Su presencia, como las aguas cubren la mar. En medio de esta presencia y gloria de Dios, ocurre lo imposible, hay liberación, hay conversiones, hay sanidades, hay todo lo que incumbe a la naturaleza de Dios.
Querido lector, si es usted uno de los que desea eliminar del trono de su corazón a su misma humanidad, para colocar al que merece sentarse en él, para usted Hay Una Esperanza. Le invitamos a unirse en su espíritu para adorarle, a través de obedecer Su Palabra y hacer todo aquello que trae gloria a Su nombre.
