El hombre es un ser tripartito: espíritu, alma y cuerpo. Esta verdad ha sido desconocida por muchos, aunque está escrita en la Palabra de Dios hace dos mil años (primera carta de Pablo a los Tesalonicenses, capítulo 5, verso 23).
Debido a que el hombre a través de los tiempos y de la ciencia ha creído ser sólo bipartito: cuerpo y alma, es que ha perecido, queriendo satisfacer sólo su alma y su cuerpo. El alma se satisface con emociones, sentimientos, pensamientos que producen complacencia, intelecto, planes, sueños, idealismos, habilidades y capacidades físicas. El cuerpo se satisface a través de la comida que ingerimos, al dormir o descansar, al satisfacer los instintos.
Todo lo anterior produce un placer temporal, mientras dura la motivación o el ánimo, o mientras se opera un cambio de actividad, de ideas o de planes. Los sentimientos varían con el viento o la temperatura; más aún, usualmente son condicionados a la actitud o comportamiento de la otra persona hacia quien los expresamos.
El hombre seguirá dando vueltas y vueltas como en una rueda de caballitos, continuará buscando esto y lo otro para satisfacer sus necesidades y sus emociones; pero siempre habrá insatisfacción, inquietud, no será saciada su sed y su vacío perdurará.
Esto se debe a que mientras no se alimente su hombre interior, no habrá paz verdadera. El hombre interior es el hombre espiritual que está en cada uno de nosotros, es en sí la esencia del hombre mismo, es lo único en nosotros que es permanente y eterno; todo lo demás en nosotros será transformado, se corromperá, aun la inteligencia está sujeta a decadencia, al igual que la memoria y otras facultades motoras finas. Los sentimientos pueden ser apagados o encendidos por las circunstancias externas.
Sólo hay algo que es, ha sido y será en nosotros; esto es el espíritu del hombre, y este sólo puede sentirse plenamente satisfecho con la presencia de Aquel a quien ha de pertenecerle: a Dios mismo, Quien lo creó.
Querido lector, si usted es de los que ha experimentado insatisfacción en su vida, si siente un vacío interior y nada le llena, para usted Hay Una Esperanza. Pídale a Jesús que venga a morar a su espíritu para que Él sacie su sed.
