TEMAS DE OPINIÓN

Tomad de Él

Junio 10, 2019


Nuestro medio ambiente y las condiciones bajo las cuales hemos vivido nos han llevado a un materialismo tal, que sólo concebimos que podemos adquirir favores o cosas si las compramos o pagamos por ellas.

Si yendo por la carretera en un automóvil se nos pincha una llanta, nos bajamos a tratar de repararla, no obstante alguien se acerca para ayudarnos; cuando el trabajo está hecho, la primera intención nuestra, antes de agradecer el gesto siquiera, es pagarle a aquella persona por su servicio.

En relación a nuestro ministerio, las personas que nos llaman o escriben, una de las primeras preguntas que formulan es "si hay que pagar" para recibir ayuda.

Cierto día, contratamos los servicios de un joven, el cual vino a nuestra casa a realizar un trabajo de pintura; allí se encontró con que otros jóvenes hacían otro tipo de labores, pero no cobraban por ellas, a la vez que mi esposo y yo servíamos a algunos de ellos gratuitamente. El joven dijo "Jamás había visto que se trabajara por amor y no por dinero".

Al mismo tiempo que unos están pensando en pagar todo lo que reciben, hay muchos otros que sólo piensan en cobrar todo lo que dan. ¡Qué lamentable mentalidad mercantilista en la que hemos caído!

Cuando Dios creó al hombre (al varón y a la mujer) en el huerto, éstos podían simplemente alargar su mano y comer de todo fruto y verdura. Con la desobediencia, el hombre perdió este privilegio y tuvo que ganar el pan con el sudor de su frente.

Este concepto ha hecho que el hombre se fije metas meramente materiales en su vida, para poder así obtener poderío, fuerza económica, autoridad, influencia. Se dice por allí que cada hombre tiene un precio ¡Qué triste expresión!

Lo lamentable de todo esto es que a la larga, el hombre está lleno de dinero, de poder; y sin embargo se da cuenta que hay cosas de suma importancia para él, que no puede comprar, ni pagar por ellas, por ejemplo: Su felicidad, la paz, la salvación de su alma, su vida ante la amenaza de un cáncer o SIDA, la libertad interior, el amor... en fin, tantos valores espirituales y morales que se obtienen gratis y si quisiéramos comprarlos, no habría dinero capaz de pagarlos. 

El hombre trata aun de pagarle a Dios con buenas obras y con limosnas. Si es usted uno de esos que no puede dar ni recibir gratuitamente, que no puede concebir la vida que no sea regida por el dinero, que cree que cada trabajo merece un salario; si le es difícil entender el principio de Dios que lo da todo a cambio de nada, ¡HAY UNA ESPERANZA! Usted necesita conocer hoy la naturaleza de nuestro Dios, que de tal manera amó al mundo que nos dio gratuitamente a Su hijo para que Él nos diera salvación gratis a todos.

Ver Todos los Artículos