Hace un poco más de tres semanas contratamos a unos constructores para hacer la pequeña ampliación de un techo que a su vez sirve de piso al cuarto de estudio de nuestra casa. La razón de hacerlo en ese momento era que mi esposo y yo íbamos a estar en una misión durante doce días, tiempo que ellos aprovecharían para realizar la remodelación, la cual también había sido estimada por el contratista, en doce días de duración.
Regresamos de nuestro viaje, pero la obra estaba a medias, luego resulta que parte de lo que habían hecho, fue necesario deshacerlo y cambiar el sistema. Ha transcurrido ya el doble del tiempo de lo previsto; es muy incómodo para todos. El área de trabajo queda adyacente a nuestra recámara, a pesar de todos los cuidados, ha sido imposible evitar que el polvo y el cemento se filtren, lo cual me ha ocasionado una afección a las vías respiratorias.
Pensaba que es mucho el precio que hay que pagar a veces por obtener algo que uno desea; en este caso no me queda opción, ya no podemos retroceder y tampoco los puedo acelerar mucho más de lo que están haciendo. El área de trabajo es tan pequeña que no podemos meter más obreros. No cabe duda que la más favorecida seré yo, porque estoy aprendiendo paciencia.
Si usted cree que a Dios le interesa el fruto de la paciencia en usted, para usted Hay Una Esperanza, esto sólo puede fluir en usted cuando sea lleno(a) del Espíritu Santo.
