TEMAS DE OPINIÓN

Instrumentos Para El Padre Celestial

Noviembre 10, 2008


Mis queridos y siempre recordados lectores, les escribo desde Lima, Perú para comentarles algo muy poderoso, así es que abróchense los cinturones. Esta mañana salimos desde San Pedro Sula un grupo de quince hijos de Dios con rumbo a Buenos Aires, Argentina. Diez de nosotros viajamos por TACA haciendo escala por espacio de cinco horas en San Salvador. Como un extremado favor de Dios, la agencia de viaje nos concedió asientos de primera clase a mi esposo, a mi y a dos pastores más. Nos indicaron que con esos pases de primera clase teníamos derecho a entrar al salón VIP con un invitado cada uno. Eso significaba que como cuatro y cuatro son ocho, dos de los hermanos del equipo tendrían que quedarse afuera del salón VIP. Esto no nos pareció bien a mi esposo y a mi, de manera que decidimos buscar un restaurante en el corredor general, donde pudiéramos desayunar todos. De pronto observé que el mesero que nos atendía era un joven muy especial, apartado por el Señor desde siempre, vi su gafete y observé que su nombre (Gerson) era bíblico, eso me dio pie para iniciar una conversación con él. Al rato él me preguntó a qué horas salía nuestro vuelo; como resultado, la administradora del restaurante, nos pasó a un salón VIP privado que tiene el restaurante, de chemís ellos también tienen una tienda libre y a los hermanos que compraron algo, les dieron un 10% de descuento. Pero eso no fue todo, el Señor nos permitió hablarle a cada uno de los empleados del lugar, acerca de Jesús y Su plan de salvación para ellos. En seguida la administradora nos pidió si podíamos orar por le establecimiento y por todos sus empleados. Para no hacerles muy largo el cuento, les comento que los que eran cristianos y andaban apartados, se reconciliaron con Dios; los que no eran creyentes recibieron a Jesús. Mis amados, les estoy hablando de unos doce empleados, por lo menos. ¿Usted me cree? Bien, yo sé que sí, entonces para usted Hay Una Esperanza. La gran enseñanza que recibí es que si nos hubiéramos ido al VIP, buscando comodidad, no hubiera habido semejante fiesta en los cielos; pero estoy segura que el Padre tenía preparado este banquete para ese día y en ese lugar. Gracias a Dios que tuvimos el privilegio de ser instrumentos para nuestro Padre celestial.

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