Mis queridos lectores, quiero compartir con ustedes una gran satisfacción que estoy recibiendo en estos días, adicional a lo mucho que Dios me bendice a cada instante. Mi hija, que el Señor me regaló como un milagro hace más de veintidós años, en esta semana estará recibiendo su título universitario.
Me parece que fue ayer que sentada en una silla mecedora, la arrullaba entre mis brazos mientras le cantaba para que se durmiera. Parece que fue hace unos pocos días que le peinaba su cabello color melcocha y le hacía la trenza francesa, para llevarla a su escuela. Parece que hace poquito ella caminaba conmigo, tomada de mi mano en la empinada montaña, para darle comida a los conejitos de cría. ¡Cómo pasa el tiempo!
Como madre me siento muy honrada y bendecida por cada uno de mis hijos, puedo decir con certeza que herencia de Jehová son los hijos. He podido experimentar el amor de Dios hacia mi persona a través de mi descendencia.
Quiero decirles a los padres y madres que inviertan tiempo y amor en sus hijos, que a su tiempo van a recoger. Vale la pena poner nuestras palabras de vida en ellos, sembrar buenas semillas, porque la cosecha es segura.
Si tú, padre o madre, ya lo estás haciendo, para ti Hay Una Esperanza; si tú papá y mamá estás pasando momentos de dolor por la situación de tus hijos, para ti también Hay Una Esperanza. Un día el Padre de padres, entregó a Su propio Hijo para que diera Su vida por nosotros; es por eso que cuando lo creemos, el amor de Dios se activa dentro de nosotros y tenemos amor y vida para invertir. El Padre Eterno cosechó también, sembró un Hijo y ahora tiene millones en la tierra, tú puedes ser uno de ellos.
