Mis queridos lectores, les escribo el primer día del primer mes del año dos mil nueve, un día muy especial para meditar, para revisar nuestro caminar del año anterior y para establecernos metas y propósitos para cumplir en el año que comienza.
Casi siempre en estas fechas, las personas se proponen comenzar dietas, leer un libro, cambiar hábitos alimenticios, salir de deudas, en fin… muchas cosas que necesitamos cambiar en nuestra vida.
Hacernos propósitos es muy bueno, pero muchas veces los seres humanos nos olvidamos que aun para cosas sencillas como estas, necesitamos de Dios, sin Él no podremos lograrlo jamás.
Recuerdo una vez en que yo había intentado por todos los medios de eliminar los panes dulces y postres de mi dieta, había sido muy difícil por no decir imposible. De pronto me percaté de que necesitaba una fuerza sobrenatural, más fuerte que mi misma; allí mismo le dije a mi Padre celestial: Dios mío, necesito que me ayudes, porque yo sola por mí misma no puedo. Te pido que me fortalezcas ante la tentación de comer pan dulce y postres; fue impresionante como de forma sobrenatural pude dominar lamentación de comer aquello que tanto me gustaba.
Mi querido lector si tú reconoces que necesitas a Dios en tu vida, para recibir fuerza Suya para cumplir las metas y lograr los objetivos, para ti Hay Una Esperanza. Hoy es el mejor día para que hables con Él y le pidas de corazón lo que necesitas.
