TEMAS DE OPINIÓN

Dejando Atrás el Pasado

Noviembre 25, 2013


Mis queridos lectores de su columna semanal preferida, Hay Una Esperanza, reciban de mi parte un muy cariñoso saludo este día. Quiero comentarles que en una ocasión, asistí a una ceremonia de bodas, realizada en un precioso lugar en los alrededores de San Pedro Sula. El ministro que ofició la bendición para los contrayentes, en su comentario se dedicó a recordar los ancestros y troncos genealógicos de los presentes. Para mi sorpresa, los invitados se sentían sumamente halagados, involucrados y hasta felices de tal reminiscencia y relación. Me lleva esto a meditar en la tendencia del hombre natural de estar atado al pasado, vivir de recuerdos, tradiciones, fantasías del ayer. Esta actitud, no sólo nos impide saborear el presente, sino que nos limita en nuestra visión y perspectivas del mañana. Esta característica del hombre adánico lo lleva a entrar en ciclos repetitivos, donde se pierde la identidad y originalidad presentes. Por ejemplo, y hablando específicamente de ceremonias de bodas, es común que los padres pidan a los novios: "Usen este lazo, porque este es el que hemos usado desde hace tres generaciones". No en balde, Pablo insistía tanto en "Despojaos del viejo hombre", "Dejando ciertamente lo que queda atrás, prosigamos...", y anteriormente el Espíritu Santo a través de Isaías decía: "No traigáis a memoria las cosas pasadas...". Dios y Su Palabra nos incitan y motivan constantemente a "Renovarnos cada día". Todo despojamiento es duro, pero el más difícil de aceptar para el hombre natural, es el despojarse de las tradiciones, costumbres, rituales; porque estos son sostenidos y alimentados a través del sentimentalismo, la melancolía, el apego emocional. Todas estas son áreas humanas, usadas finamente por Satanás para mantener a la humanidad en tinieblas; él menos que nadie desea que el hombre crezca en luz y que sea renovado día a día. Es posible que usted sea de las que este aferrado a su primer juguete peluche; quizás no puede quemar los cuadernos de la escuela, los cuales guarda hace más de veinte años, ocupando espacio sin necesidad. Quizás hoy usted se da cuenta que ha estado viviendo de recuerdos, del ayer, de los eventos pasados; quizás del linaje de sus tatarabuelos o de la fortuna que una vez tuvo su bisabuelo. Si es así, permítame decirle que para usted, querido lector, Hay Una Esperanza. Es necesario renovarse hoy, pero en Jesucristo y la Vida Nueva que está en Él. Decídase hoy a ser transformado, a renacer de Él, la simiente incorruptible. El Espíritu Santo está siempre actualizado y actualizándonos. ¡Dispóngase hoy!

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