En estos días, un grupo salió de La Lima hacia mi ciudad natal, Choluteca, para impartir un entrenamiento durante el día y por las noches adorar a Dios en el Parque central. El grupo estaba dirigido por mi hijo y su esposa, por lo cual ellos y mi nietecita se quedaron en casa de mi madre. Debido a ello, hubo momentos en que todo el grupo estuvo compartiendo con mi madre y en una ocasión salieron todos juntos a pasear. Para mi sorpresa, uno de los muchachos que iba, se sintió muy atraído y encariñado con mi mamá, debido a que él nunca compartió con una abuelita; los abrazos apretados y las varias fotos, le hicieron mucho bien no solamente al joven, sino también a mi mamá.
Un día, mientras yo meditaba, recibí en mi corazón algo que venía de Dios mismo, que para que los niños crezcan sanos emocionalmente es necesario que estén rodeados de abuelos y tíos. Hay muchas personas en este mundo, que no han conocido a sus parientes, por diferentes razones; pero no hay de qué preocuparse, siempre Hay Una Esperanza. Existen personas que a su vez tienen la particularidad de ejercer dicha función o jugar ese rol, quienes pueden ser usadas para suplir ese afecto que nos faltó.
Pero sobre todas las cosas, para una vida estable que denote identidad y seguridad, es importante que las personas hayan crecido con el afecto de ambos padres; no sólo que hayan estado presentes, sino que les hayan manifestado su amor. Manifestar amor está relacionado no solamente con expresiones de afecto, sino con disciplina, consejo, cuidado, protección y corrección.
Dios determinó que el varón y la mujer juntos fueran la imagen y semejanza de Dios en la tierra; por eso los niños aprenden a conocer a Dios a través de los padres.
Cuando la imagen es incompleta o distorsionada, es decir, que el hogar sea disfuncional, ese es el concepto que ellos tendrán acerca de Dios. Aunque posteriormente ese niño o niña al crecer pueda encontrarse con personas que jueguen ese papel en su vida; la identidad verdadera solamente la podrá recibir de Dios mismo, manifestado a ellos en forma personal y particular.
Mi querido lector, es posible que tú seas de esas personas que tuvo un padre ausente o una madre que trabajaba siempre; o quizás nunca conociste el abrazo caluroso de un abuelo o tío. O tal vez tú seas una persona que aún no ha conocido el amor de un hijo, en cualquiera de las situaciones o circunstancias, para ti siempre Hay Una Esperanza, en Dios mismo, por Su Espíritu Santo, tú puedes recibir todo lo que te hizo falta, porque en Él estamos completos.