Mis queridos lectores, es bueno saludarles otra vez; quiero comentarles acerca de la fuerte experiencia vivida por muchos de nosotros en la madrugada del jueves recién pasado.
Eran casi las dos y media de la madrugada, dormíamos tranquilamente, cuando fuimos despertados por el movimiento exagerado de un terremoto; aunque este no duró tanto, a nosotros nos pareció eterno. Se cayó la lámpara de la mesa de noche hasta el piso, los muebles se desacomodaron, hubo varios artículos quebrados; pero lo más tremendo es la película que uno vive en esos instantes, lo único que yo alcancé a hacer fue clamar por la misericordia de Dios.
Esta experiencia me llevó a meditar acerca de la grandeza del Señor y la pequeñez nuestra; pude sentirme tan indefensa y reconocer que mi Dios es Soberano y tiene control de los fenómenos atmosféricos.
Los científicos pueden tratar de dar muchas explicaciones acerca de la causa de este suceso, pero yo sé que por encima de todo está la mano del Señor.
En medio de esta situación hemos sido afectados por la muerte de uno de los queridos estudiantes de nuestro Colegio, quien quedó atrapado por el desprendimiento del techo de su casa; por otro lado, una persona muy especial, miembro de nuestra congregación, cayó de su cama al piso, sufriendo fractura de su cadera.
Estas son situaciones que no podemos entender, sólo puedo decirte que entiendo en medio de todo que para nosotros Hay Una Esperanza, Cristo en nosotros es la Esperanza de Gloria.
Mi querido lector, hoy es tu día agradable para alinearte con Dios, pase lo que pase, que no seas encontrado desprevenido.