Queridos lectores, que bueno es saludarles una vez más, declarando que nuestro Dios ha hecho este día para que ustedes sean muy bendecidos.
En nuestra colonia ocurrió algo difícil de creer, hace una semana y media, alguien se robó los transformadores que alimentaban eléctricamente la bomba que impulsaba el agua hacia el tanque de almacenamiento, que provee el precioso líquido a toda nuestra comunidad. Durante toda una semana estuvimos sin agua potable.
Mis amigos, cuando uno se pone a pensar en ello, no le parece tan drástico, pero cuando a uno le toca vivirlo es otra historia. Fue complicado lavar ropa, no teníamos forma de bañarnos, en fin… Decidimos comprar agua a los bomberos, pero esta era tan sucia, que no podía ser utilizada sino para regar o lavar los servicios sanitarios, lo cual ya era ayuda.
Mi familia y yo estuvimos de viaje en una misión la mayor parte del tiempo; la noche de nuestro regreso al ver que aun no había sido resuelto el problema, me determiné a hacer los movimientos necesarios para que el problema fuera resuelto. A la mañana siguiente, muy temprano hicimos dos llamadas y enviamos un correo electrónico.
Interesantemente, media hora más tarde, cuando salí a hacer un mandado, observé que un carro pesado y una grúa de la ENEE se encontraban en el lugar de la bomba y tanque de agua. Media hora más tarde me avisaron que ya teníamos agua potable, gracias a Dios.
Lo que quiero comentarles mis queridos lectores, es que en realidad no fueron ni las llamadas ni el correo que activaron la respuesta; no, estoy segura que fue la mano de Dios y Sus ángeles, movidos por la determinación y la declaración verbal de una hija de Dios.
Si tú estás comprendiendo y creyendo lo que te digo, para ti “Hay Una Esperanza”; hay poder y autoridad en lo que los hijos de Dios determinan, en lo que declaran con su boca porque lo creen en su corazón.