Queridos lectores, les escribo una vez más deseando y declarando paz en sus vidas y en nuestro territorio.
Hoy lunes diez de agosto, hace diecisiete años tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para que naciera mi última hija; aunque fue un momento difícil, ella nació llena de vida. Casi siempre, para ver el fruto de nuestra esperanza, hay que sufrir, pero vale la pena.
Así me siento en relación a mi esperanza sobre mi tierra natal. Quiero creer hoy que nuestro Himno Nacional declara “No habrá muertos en tu tierra Honduras”, no caerán ni siquiera por honor, porque la voluntad de Dios es dar vida y vida en abundancia.
Quiero aprovechar para bendecir a mi amada nación Honduras, para inspirarles a ustedes que juntamente conmigo declaren que es un país cinco estrellas; tierra bendita llena de riquezas naturales, de fuentes de trabajo y de hombres, varones y mujeres laboriosos.
Deseo bendecir al gremio magisterial, a quienes agradecemos por inculcar valores, principios, educación y cultura en nuestros jóvenes y niños.
Bendigo la vida de cada habitante que ama su ciudad hondureña y la mantiene aseada, las paredes limpias que denotan la cultura de este bendito pueblo..
Amados compatriotas, en Dios Hay Una Esperanza para Honduras, si tan sólo podemos creer y no nos cansamos de orar, de bendecir y adorar al Dios de nuestra nación.