Muchas bendiciones a su vida mis queridos lectores, les escribo declarando otra vez que vamos hacia delante, avanzando cada día, aunque no lo veamos.
Quiero compartirles acerca de algo que me comentaron en estos días, que estoy segura les va a conmover.
Dios me permitió ir el fin de semana pasada a visitar a mi hija mayor, quien vive en Danlí con su esposo e hijos. Mientras tomábamos una tacita de café en familia, mi hija me comentó acerca de algo que recientemente ocurrió con su hijo mayor, mi nieto primogénito.
Resulta que en una actividad de la sociedad danlidense, organizaron un juego de Bingo para colectar fondos para los niños pobres; el premio era una linda bicicleta para varón. Mi nieto dijo a su madre: Mamy déjame jugar, porque yo sé que voy a ganar; y si yo me gano la bicicleta, será para regalarla al niño más pobre que yo encuentre.
Mi hija pensó “nunca nos hemos ganado nada, pero bueno…” De manera que este jovencito de doce años, muy decidido compró su cartón para jugar ¿y qué creen? Ganó el juego y le dieron la linda bicicleta. Su papá pensó ¡Quien sabe que la suelte al tenerla en sus manos! El jovencito le dijo a sus padres, bueno, vamos a buscar el niño al cual se la voy a regalar. Subieron la bicicleta en su carro de montaña, y fueron por una vereda buscando al niño que él recibiría en su corazón que sería el dueño de la bicicleta. Ustedes pueden imaginar la carita y los ojitos del niño, al cual mi nieto le dijo: Te quiero regalar esta bicicleta nueva. ¡Ni el niño ni su madre lo podían creer!
Si en este momento te sientes conmovido, para ti Hay Una Esperanza. Pienso que si todos los hondureños actuáramos de la manera que este niño lo hizo, no habría puerta para que el socialismo quisiera entrar.
