En los días recién pasados, el Señor en Su bondad nos permitió ir a Israel, a mi esposo, a nuestras dos hijas y a mi, para bendecir esa tierra, y ese pueblo. Cuando llegamos al aeropuerto en Tel Aviv, noté que el reloj gigante de bienvenida, marcaba una hora adelante que en Italia, donde habíamos hecho escala antes de llegar a Israel; de manera que cambié mi reloj de pulsera. Durante los días subsiguientes estuvimos realizando nuestras actividades en base a esta hora.
Uno de los días fuimos a visitar el Museo de Israel, parecía que el tiempo no nos daba para llegar a la hora en que estaba programado el “tour” con guía. Nos apuramos lo más que pudimos, pero para nuestra sorpresa, al llegar casi jadeantes, la persona de la recepción nos dijo: “tiene que esperar a que se abra el museo”, le pregunté ¿cómo si son las 4:30 p.m. y se supone que el Museo abre a las 4:00 p.m.?, él recalcó: No, son las 3:30 p.m. Entonces ya nos relajamos y cambiamos la hora en nuestros relojes. Nos reímos al ver que todo ese tiempo habíamos estado viviendo una hora adelante, sencillamente porque alguien en el aeropuerto no había hecho su labor de cambiarle la hora al reloj.
Me puse a meditar, como uno puede vivir desfasado, sea hacia adelante o hacia atrás, por no coordinarse con el tiempo de Dios.
El tiempo “chronos” es el que los hombres medimos con días, horas, minutos y segundos; mientras que el tiempo “kayros” es el tiempo exacto de Dios, que no se mide a la manera del hombre, sino que tiene que ver con el momento exacto de un evento o suceso divino, aunque sea manifestado en la tierra.
Mis queridos lectores, necesitamos conocer el corazón de Dios y la mente de Dios, para sincronizarnos con el tiempo exacto Suyo. Espero que usted sepa de qué le estoy hablando, entonces para usted mi querido amigo Hay Una Esperanza.
No importa que tengamos la hora exacta en nuestros relojes, lo que importa es que hagamos cada cosa en el tiempo perfecto de Dios. Le invito ahora mismo a pedirle al Padre, el Dueño del tiempo y de la vida, que llene su mente y su corazón, con la mente Suya y todo Su amor, para que pueda estar fusionado con Él, siendo uno solo en Cristo Jesús, sometido a Su tiempo eterno.