Que bueno estar de nuevo en contacto con ustedes mis queridos lectores, les bendigo mucho casi a finales de este año, declarando que el que viene estará lleno de prosperidad y provisión del cielo.
En estos días en mi ciudad, nos hemos visto rodeados de situaciones de violencia, asaltos, robos y asociados; entendemos que hay circunstancias naturales, sociales, económicas y políticas que pueden provocar este resultado; pero por sobre todas las cosas entendemos que esto ocurre por desconocimiento del amor de Dios.
La persona que mata, lo hace porque no ama a su prójimo y porque además está lleno de amargura y dolor. La persona que roba o asalta o viola o ultraja a otros, lo hace, porque ha perdido el deseo de vivir o el objetivo en la vida; por lo cual no le importa ni respeta la vida de los demás.
Los que hemos conocido a Dios y hemos experimentado que Dios es amor, somos los llamados a dejar fluir ese amor, para que la tierra se llene del conocimiento de Dios, para que los necesitados encuentren razón para vivir, para que el hambriento encuentre pan y el sediento encuentre aguas de vida.
La Iglesia del Señor está viviendo el tiempo más propicio para salir a trabajar, a predicar el Evangelio de salvación y de libertad; pero más que eso, la demostración del poder que cambia las personas, que les hace nacer de nuevo, del Espíritu de Dios. No son palabras vacías solamente, sino la Palabra revelada que trae vida.
Este día les animo a ver hacia fuera, a ver la necesidad tan grande que hay de una transformación radical de los corazones, para que el amor reine y la paz se deje ver pronto en nuestra tierra.
