TEMAS DE OPINIÓN

Dependiendo de Dios

Febrero 8, 2010


Mis queridos lectores, esta es una semana más, en la cual declaro bendiciones abundantes para ustedes. Quizás algunos de ustedes recuerdan cuando les comenté sobre nuestra experiencia al viajar a Belice, en un avión de dos motores con once plazas, donde tuve que depender del Señor y aprender a reposar en Él, mientras no podía ver nada a mi alrededor. Precisamente la semana pasada nos invitaron para asistir a una reunión espiritual muy importante a realizarse en Belice; la persona que nos invitó nos envió los boletos de avión, para viajar en la misma línea aérea que la vez anterior. En esta ocasión, cuando íbamos a abordar el avión me quedé un poco asustada, nuestro medio de transporte era un avión más pequeño todavía que el anterior, era para seis plazas solamente; mi esposo me quedó viendo y me dijo: Pero la ventaja es que este tiene dos motores.  Abordamos, éramos solamente cuatro pasajeros y el piloto; todo fue muy bueno, excepto por el ruido tan fuerte provocado por los motores que estaban a nivel de mis oídos. La estadía en Belice fue muy especial, fuimos muy bendecidos en todo aspecto.  Llegó el momento de regresar, llegamos al aeropuerto, hicimos el respectivo chequeo y proseguimos hacia la sala de espera para abordaje.  Nos llamaron, éramos sólo tres pasajeros en esta ocasión; cuando vi el avión esta vez, volví a quedarme helada, era tan pequeño como el anterior, para seis plazas solamente, la diferencia era que este sólo tenía un motor con una hélice al frente. Definitivamente cada vez iba perdiendo seguridad en la estructura natural, la cual se hacía cada vez más pequeña; solamente podía confiar en el Señor que me sostiene. En nuestro diario vivir, nosotros solemos depender de lo que parece más seguro, o más grande, o más eficiente, o más inteligente; pero Dios nos muestra una y otra vez que solamente en Él puede estar nuestra seguridad. Mi querido lector, medita por un momento en qué tienes puesta tu confianza, tal vez en tu salario, o en tu preparación académica o en tus ahorros.  Levanta tus ojos a lo invisible, para depender de lo que no se ve, de lo eterno, de lo verdadero. Solamente la mano de Dios puede sostenernos y guardarnos en medio de cualquier tempestad y de toda crisis; necesitas creerlo, cuando crees, entonces para ti Hay Una Esperanza.

Ver Todos los Artículos