Mis queridos lectores, es de mucha alegría para mí dirigirme a ustedes una vez más, así es que aprovecho para bendecirles este día.
Mi hija menor está por graduarse de Bachillerato este año, razón por la cual deben cumplir ciertas horas en un proyecto de acción social con repercusión en la comunidad, a lo cual el Ministerio de Educación llama TES (Trabajo Educativo Social).
El sábado pasado los estudiantes de nuestra Escuela donde ella estudia, como parte de su TES, fueron a hacer una visita al Asilo de Ancianos. Es muy interesante ver cómo estos integrantes de la edad de oro, se alegran al tener alguien con quien conversar; quizás les cuentan la misma historia varias veces, pero es sencillamente porque ha empezado a fallarles la memoria a corto plazo.
Me comentaba el coordinador de esta actividad, que los muchachos comenzaron a buscar a los ancianos que ya habían conocido en su primera visita, preguntando por ellos; la persona encargada del Asilo en ese momento, les contó los detalles de como cinco de los viejecitos del Asilo, se murieron uno a uno.
Aunque no parecería, los muchachos se afectaron de alguna manera, al ver que ya los ancianos no estaban allí. Uno se pregunta tantas cosas, porque no es lo mismo partir rodeado del amor de la familia, que irse sin despedirse de sus parientes y descendientes.
Por muy bien que hayamos tratado de llevar la vida, pienso que siempre hay pequeños detalles que necesitamos arreglar para no llevarnos nada que nos estorbe; y poder vivir reposadamente en la eternidad con nuestro Buen Padre.
No sé si estos ancianos tuvieron esa oportunidad, espero que sí hayan meditado en sus caminos y hayan arreglado todo con Dios.
Mi querido lector, no importa cuál sea tu edad, ni tu circunstancia, quiero decirte que para ti Hay Una Esperanza, para vivir a cuentas con Dios cada día de tu vida, no importa si vas a vivir sobre la tierra unos noventa años más o sólo veinte. Debes estar preparado cada día para vivir en paz completa y profunda, sin que debas nada a nadie, ni nadie tenga nada contra ti. Hoy es el mejor día para comenzar, habla con Dios, que Él está siempre presto para escucharte.
