Mis queridos lectores, sean muy bendecidos ustedes y toda su casa, mientras tanto estas siendo bendecidos, les pido que lean lo que quiero comentarles esta vez.
En estos días me estoy preparando para una intervención quirúrgica programada, nada peligroso, pero sin embargo siempre se requiere que un médico internista le haga la evaluación al paciente, para determinar de antemano el grado de riesgo que puede presentar, de manera de estar apercibidos y preparados.
El cirujano me dio la recomendación para que fuera a ser valorada por un internista de su confianza; de manera que así lo hice. La forma como aquel profesional de la medicina hablaba y declaraba las cosas, me dejó muy incómoda. Por ejemplo, al tomarme la presión, a media tarde, el valor estaba un poco elevado, pero él inmediatamente declaró que yo era hipertensa, que debería tomar cierto medicamento de por vida; hasta me regaló una tarjeta de descuento para comprar las pastillas por mayor. De igual forma ocurrió con los niveles de glucosa y la administración de corticoides.
Aunque este médico se especializó en un lugar muy prestigioso, algo no me daba tranquilidad; salí de allí perturbada al observar lo drástico que él era para manejar los síntomas o situaciones en el paciente. Esa noche estuve orando y meditando, hasta que tomé una decisión, buscar una segunda opinión profesional.
Fui a buscar al médico internista que algunos años antes me había tratado, esperé bastante para ser recibida, pero valió la pena. Este médico me hizo la misma valoración, observó los mismos resultados, pero su actitud fue diferente. Él se comportó con prudencia y precaución, pero no fue fatalista ni radical, sino muy equilibrado.
Estoy segura que muchos de mis lectores están pasando ahora por condiciones de salud, donde se sienten abrumados, no tanto por los síntomas, sino por los diagnósticos y pronósticos lanzados por algunos médicos. Yo quiero decirte mi querido lector, para ti también Hay Una Esperanza; pide sabiduría a Dios y recibe solamente lo que está avalado por tu Padre, no te acomodes a creer todo lo que el hombre o el enemigo quiere que creas, para que al creerlo, le des poder a las palabras que te destruyen.
Yo quiero declarar sobre ti la Vida y Vida en abundancia, la que solamente encontrarás en Jesús, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida.