Cada día y a cada instante, nos encontramos con la necesidad de decidir. Las decisiones que tomamos, por sencillas que parezcan, son para vida o para muerte.
Ayer al medio día, mi esposo conducía nuestro carro, mientras iba a recogerme al lugar donde me había dejado media hora antes, para la transmisión de un programa de T.V. Cuando nos encontramos de nuevo, me comentó lo que había sucedido unos minutos antes: Llegó a una esquina, donde tenía dos opciones, virar a la izquierda o virar hacia la derecha, con cualquiera de las dos opciones llegaría al lugar de su destino. Pensó por un instante, decidió virar hacia la derecha; segundos después chocó una motocicleta contra un carro, en el lado izquierdo. Es decir que si hubiera virado hacia ese lado, probablemente se hubiera visto involucrado en un accidente.
Esto sólo es un ejemplo real y visible de lo que ocurre constantemente en nuestro diario vivir; en áreas que quizás no podemos observar tan tangiblemente, o que no podemos evaluar inmediatamente.
Mi querido lector, espero que para este momento ya te hayas dado cuenta que necesitas al Espíritu Santo de Dios a cada instante, para que te dirija en toda decisión que debes tomar, por sencilla que paresca.
Si ya lo advertiste, definitivamente, para ti Hay Una Esperanza; con el Espíritu Santo en tu vida, seguramente tomarás las decisiones acertadas por sencillas que estas luzcan.
