Es un gusto saludarles de nuevo mis queridos lectores, mientras muchos se apresuran a despedir el año.
Este es un buen tiempo para meditar en lo que hicimos, lo que logramos, lo que se dio y lo que no se dio. Cada cosa que aparentemente no pudo concretarse, debe servirnos para avanzar, para estimularnos a crecer y a proseguir.
He observado que las personas que tuvieron padres muy severos, no aprendieron a enfrentarse a los pequeños fracasos o a las pérdidas, porque sólo eran estimulados para ganar los primeros lugares, sin saber qué hacer cuando esto no ocurría.
Nuestro Padre Dios es un Padre inmensamente Bueno, Comprensivo y Misericordioso; Él es especialista en enseñarnos a bregar con nuestras debilidades, incapacidades, errores y desaciertos. Nuestro Padre nos dice en Su Palabra “Diga el débil, fuerte soy”, la Biblia nos dice que Él se glorifica en nuestra debilidad.
A Dios le gusta que reconozcamos que somos incapaces, pero que con Él en nosotros, lo podemos lograr todo, absolutamente; eso nos dice la carta de Pablo a los filipenses (4:13).
Yo quiero animarte mi querido lector a que hoy revises, todas aquellas fallas que cometiste, todo aquello que fuiste incapaz de lograr, para que hoy, sabiendo que para ti Hay Una Esperanza, te dispongas a planificar para el año que vendrá; pero no lo hagas solo, incluye a Dios en tus proyectos.
Este es un tiempo inmejorable para invitar a Dios a tu vida, para hacerlo parte integral de tus decisiones y metas. Abre tu corazón con tu Dios y hazle conocer todas aquellas áreas débiles y necesitadas dentro de ti, ten la certeza de que Él será Quien te saque adelante.
Cuando Jesucristo murió, prometió que iba a resucitar y subiría al cielo para estar a la derecha del Padre, pero nos dijo que no nos dejaría solos, sino que nos enviaría a otro como Él, nuestro Ayudador y Consolador, el Espíritu Santo, Quien es el Espíritu de Dios.
Te invito mi amigo a abrir tu corazón para que Él pueda ayudarte a ordenar tu vida y a lograr tus metas de acuerdo a Su voluntad; un nuevo año te espera, lleno de esperanza de algo mucho mejor.