Muchas y abundantes bendiciones mis muy queridos lectores de esta su columna semanal.
Recientemente experimentamos el día más corto del año, es decir aquel durante el cual hay menos horas luz y más horas en obscuridad; no solamente eso, sino que ocurrió un eclipse total de luna, donde en la madrugada, la luna se perdió de vista por haber sido cubierta por la tierra; esto ocurrió durante el solsticio de invierno.
En estos días, muchas personas se levantan mucho más tarde y otras se van a la cama más temprano; parecería que la claridad o la obscuridad determinaran el deseo de dormir o de no dormir.
Si observamos un poco el comportamiento de los astros, nos percatamos de que hay países en el norte del planeta, donde las personas viven muchos meses prácticamente de noche, sin ver el sol; tal es el caso de Alaska.
Interesantemente en muchos países donde hay menos horas luz, hay un alto índice de suicidio; en otras palabras, se ha correlacionado la obscuridad natural con la depresión y la falta de deseo de vivir y de mantenerse activos.
Creo que podemos darle gracias a nuestro Dios que nos hizo nacer y vivir en Honduras, un país donde podemos disfrutar de mucha luz y mucho sol; es una gran bendición abrir los ojos temprano por la mañana y admirar los colores de la naturaleza, bañados por los rayos del sol.
Considero que hay una relación directa entre la luz del sol y la vida de Dios; al Señor le gusta la luz, de hecho, fue lo primero que Dios creó. Él dijo “Sea la luz” y la luz fue hecha al instante. ¿Sabe usted cuál es esta luz a la que se refiere la Biblia, la cual surgió al principio de todo, cuando la tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas? Bueno, sabemos que no se refiere al sol, ni a la luna, ni a las estrellas o lumbreras de los cielos, ya que estas, de acuerdo a la Biblia, fueron creadas al cuarto día; entonces ¿Cuál luz fue hecha? Nada menos que la luz espiritual, la cual es la dimensión en la cual se mueve nuestro Dios. La luz de Dios tiene que ver con el amor, con la verdad, con la vida.
Cuando dentro de nosotros habita la luz, o sea la presencia de Dios, toda obscuridad externa debería de someterse a esta luz poderosa.
Mi querido lector, medita en tu vida interior, piensa si eres luz para otros que andan en tinieblas. Si aún no ha nacido tu luz interior, entonces aprovecha hoy a invitarla a venir a tu corazón. Para ti Hay Una Esperanza de luz y de vida.
La Biblia nos dice que en Jesús estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. La vida de Cristo en tu corazón, será luz para los que te rodean. Te invito hoy a que seas lumbrera en medio de la obscuridad, con tal sólo abrir tu corazón e invitar a Jesús a morar dentro de él.