TEMAS DE OPINIÓN

Dios, Nuestra Prioridad

Mayo 16, 2011


Mis queridos lectores, es de mucha alegría para mi dirigirme a ustedes una vez más, deseando que el mensaje de hoy llegue a sus corazones y edifique sus vidas. En estos días tuve una experiencia sencilla pero que me dejó una buena lección.  Había una convocatoria en la congregación para adorar juntos a Dios; aunque yo deseaba mucho ir y participar, por otro lado tenía pendiente preparar una enseñanza para compartir en estos días  De manera que creyendo poder avanzar, decidí quedarme a trabajar, de manera que estuve muy concentrada preparando hasta tarde el tema que voy a presentar. Yo quería aprovechar al máximo porque mi esposo me había dicho que llevaría la computadora a formatear al día siguiente; razón por la cual me indicó que no archivara nada en “mis documentos”.  El archivo con el cual yo estaba trabajando, era uno que había iniciado el día anterior y solamente seguí agregando información, archivando automáticamente, sin percatarme de que se estaba guardando precisamente en “mis documentos”. A la mañana siguiente, a primera hora fui a la computadora para recuperar el archivo trabajado, para guardarlo en una memoria portátil, antes de que mi esposo se llevara la computadora al taller.  Para mi sorpresa, nunca pude encontrar lo que había trabajado; me di cuenta entonces que la noche anterior, después de que yo había terminado, mi esposo había eliminado todo del sistema. Esto me dejó una gran lección, ya que perdí la linda oportunidad de exaltar y adorar a Dios, por trabajar en algo que no me sirvió de nada, y que de todas formas debo volver a hacer.  Esto me dolió más cuando me comentaron lo preciosa que estuvo la reunión de adoración. Mi querido lector si tú, al igual que yo, algunas veces has equivocado tus prioridades y has elegido hacer algo bueno en vez de algo mejor, para ti y para mi Hay Una Esperanza.  Tenemos un Dios paciente que se sienta a observar como nosotros Sus hijos aprendemos de los errores, esperando que no los cometamos otra vez. Algo que quiero decirte mi querido lector, es que ya he comprobado que cuando le damos el primer lugar a Dios, siempre se nos redime el tiempo y salimos ganando.  Nuestro amado Dios sabe recompensar nuestra fidelidad.  Vale la pena amarlo a Él por encima de todo y de todos.

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