Mis queridos lectores, les escribo desde el aeropuerto de la ciudad de México, mientras me dirijo a una misión en una ciudad del sureste de este país. Desde aquí reciban cariñosos saludos.
Desde que estaba planificando este viaje, una persona muy cercana me dijo, yo quiero acompañarla, de manera que estuvimos viendo los detalles de la ruta que convenía tomar, los horarios y demás. Llegó la hora en que ella iba a comprar su boleto, pero yo me encontraba fuera del país, de manera que le pedí a una de las personas involucradas que se asegurara que le llegara el itinerario final y que confirmara que ella compraba el mismo boleto que yo, para poder viajar juntas.
Ella viajó anoche hacia mi ciudad, se quedó a dormir allí para salir juntas esta mañana. Nuestro vuelo fue muy bueno, llegamos a la ciudad de México y todo estuvo perfecto; estábamos haciendo todas las cosas muy relajadamente, sin prisa, porque yo sabía que tendríamos casi cuatro horas de espera en la capital mexicana. Nos dirigimos hacia un salón VIP para descansar, y al momento de sentarnos, le dije... tenemos suficiente tiempo para comer, descansar y lo que sea porque son como cuatro horas; ella me quedó viendo, abrió sus hermosos ojos negros, como en actitud de asombro. Mi esposo escuchó y le dijo, revise a ver si es que usted tiene otro vuelo. Ella extendió el itinerario y en efecto así era, ella en ese momento debería ya de estar aborando su vuelo. Nos despedimos allí en la sala, mi esposo la acompañó hasta su puerta de salida, para que tomara su vuelo, de manera que ella tendría que esperarnos en el aeropuerto de la ciudad que es nuestro destino.
Al despedirme de ella le dije: "Bueno, vas a tener tiempo para orar por la ciudad y tomar autoridad sobre ella", ella se sonrió y me dijo: "En todo hay propósito de Dios". Definitivamente fallamos en no verificar que su itinerario fuera igual al nuestro, a pesar de mi insistencia. Sin embargo, estoy segura que aún en medio de las equivocaciones, Dios mete Su poderosa mano y obra todo para nuestro bien. Puedo ver que no importa lo difícil que algo se torne, siempre Hay Una Esperanza, la cual debemos detectar y aprovechar.
Cuando algo no te salga como según tú creías, trata de sacarle el mejor provecho; no te detengas a quejarte o a compadecerte, sencillamente actúa para resolver y te aseguro que vas a salir victorioso.