Queridos lectores, es de mucha alegría comunicarme con ustedes nuevamente por este medio, para desearles lo mejor que pueda pasarles en todas las áreas de su vida.
Quiero contarles acerca de una experiencia personal que tuve en estos días: Fuimos a compartir con nuestra hija menor sus vacaciones de primavera, a la vez que aprovechamos para hacer otras diligencias.
Entre otras cosas, ella nos pidió que fuéramos juntos al cine a ver una película de muñequitos animados, la cual es a su vez una revista musical. De manera que nos dispusimos para dicha actividad familiar, la película era hermosa, muy bien lograda del punto de vista de animación, colorido, producción musical y demás.
El tema era sencillamente confrontativo, se trataba de una ciudad amurrallada, afuera de la ciudad todo era tinieblas, desértico, sin vida; adentro de la ciudad, de la cual nadie podía salir, todo era de concreto, de plástico u otro material artificial; lo terrible era que en esa ciudad no existía ni un solo árbol, los habitantes jamás habían visto uno en su vida, solamente los conocían en pintura. Debido a ello, no había producción de oxígeno y la gente compraba el aire embotellado.
Obviamente era una película futurista de ficción, pero que me hizo meditar mucho en la responsabilidad que tenemos nosotros los seres humanos de cuidar nuestro ambiente, de cuidar nuestros árboles, nuestros bosques. Somos nosotros los de este siglo los responsables de cuidar las condiciones ambientales para que nuestras generaciones futuras puedan vivir sanamente.
Mi querido lector, además del mensaje explícito de la película yo pude extraer un mensaje espiritual, lo que había afuera de la ciudad era como el mundo lleno de pecado, violencia, muerte; la ciudad amurallada con colores y todo artificial, representa para mi, la religión, la cual te ofrece una aparente solución, pero no es la verdad, no es la vida, solamente la asemeja.
En esta historia, había un héroe, un jovencito que recuperó la última semilla germinable que quedaba, al sembrarla, obtuvieron un árbol y con ello todos los beneficios naturales que conlleva.
Nuestro héroe es nuestro Señor Jesucristo, en él está la semilla santa, la simiente de vida, él es el árbol de vida. Nuestro amado Jesús es la Vida en abundancia, nos da la solución, no es solamente un paleativo, ni una apariencia.
Si has meditado en lo que te escribo, si entiendes que necesitas la Vida verdadera, para tí Hay Una Esperanza, puedes sencillamente anhelar que Su vida llene tu vida este día. Podria ser que tú lleves varios años en una congregación, pero que todavía no conozcas la Vida abundante, la plenitud de Aquel que todo lo llena; de igual manera puedes decirle al Espíritu Santo que deseas la Vida plena, hoy es tu día.
