Mis queridos lectores, les escribo a ustedes particularmente, sabiendo que no se pierden esta columna semanal que les trae edificación a sus vidas.
Quiero comentarles acerca de una jovencita muy bonita, inteligente, especial en todo aspecto. Cuando ella era niña solía ser muy tímida y muy cobijada por sus padres; sin embargo ella siempre dijo que al finalizar su bachillerato se iría a estudiar al extranjero. Llegó el momento y ella muy determinadamente lo logró.
La joven deseaba aprender a manejar y sus padres le pagaron unas clases de manejo, le tramitaron su licencia y solamente le faltaba practicar. Un día fue necesario que ella saliera a hacer una diligencia, cerca de su casa; usó el carro de su hermana con su autorización, pero al llegar al portón de su destino, aceleró en lugar de frenar y le dio un pequeño golpe al auto contra el hierro del portón.
Este incidente realmente no fue nada serio, pero la joven quedó afectada en sus emociones, pero sobre todo en su concepto de sí misma y sus habilidades. A pesar de que su padre y su hermana mayor han tratado de ayudarla para que tome de nuevo el carro y venza los temores; de alguna manera ella piensa de sí misma que a pesar de esforzarse, nunca va a poder lograr lo que otros pueden hacer sin esforzarse mucho y en menor tiempo.
Es interesante como las personas pueden ser muy determinadas en algunas decisiones muy fuertes e importantes en su vida, pero pueden flaquear ante otras que parecen más sencillas y fáciles de alcanzar.
Es posible mi querido lector que tú te encuentres entre unas de estas personas; quizás en este momento te encuentras batallando contra tus pensamientos que te dicen: “No puedo” “No tengo” “No lo lograré”. Quiero decirte que definitivamente para ti Hay Una Esperanza. Yo conozco a Uno que me dice “Todo lo puedes” “Eres más que vencedor” “La victoria es tuya” “Sigue hasta la meta, porque lo vas a lograr”.
El que me dice eso, es Aquel que venció al mundo, al pecado y a la muerte; Pero no solamente eso, sino que nos da la capacidad a nosotros para vencer así como Él lo hizo.
Te invito mi querido lector para que abras tu corazón y le des la oportunidad al Gran Vencedor, de gobernar tu vida; que le permitas que penetre en tu corazón y te dirija desde adentro. Cuando lo dejas a Él tomar el control, llevas todas las de ganar, podrás vencer todos tus temores y los problemas de autoestima que te agobian. Eso te permitirá ser totalmente libre y feliz.
