TEMAS DE OPINIÓN

La Felicidad

Julio 2, 2012


Mis queridos lectores es un gusto saludarles en este hermoso día en que comenzamos la segunda mitad del año en curso, un tiempo determinante para el rumbo de nuestras vidas y nuestra nación. Quiero comentarles acerca de una experiencia que tuve recientemente.  El Señor nos permitió tomar dos días de vacaciones con nuestras hijas, como despedida a la menor de ellas, quien regresa al lugar donde realiza sus estudios.  Llegamos al lugar de nuestra vacación, cerca de las dos de la tarde, por lo que nos indicaron que pasáramos rápidamente a comer, antes de que cerraran el restaurante.  Debido a que yo todavía estaba en recuperación de la cirugía oral, no podía comer nada que tuviera que ser masticado.  Una muchacha de las que servía en el restaurante, de mas o menos unos treinta años de edad, muy solícita se ofreció a cocinarme lo que yo quisiera.  Me pareció un gesto muy especial de su parte. Por la noche cuando fuimos a cenar, esta joven estaba echando tortillas de harina a mano, frente a una estufita con plancha, con una sonrisa de oreja a oreja; la gente la rodeaba y mientras ella ponía las tortillas en el comal, las personas le hacían preguntas y ella muy contenta respondía.  Fue así que nos enteramos que esta muchacha entraba cada día a trabajar a las cuatro de la mañana y salía de su trabajo a las diez de la noche.  Lo curioso es que ella siempre estaba dispuesta a servir con una sonrisa invariable.  En una de las conversaciones mi hija le preguntó si su mamá le había enseñado a hacer esas deliciosas e incomparables tortillas de harina, a lo que ella respondió que ella había crecido huérfana, la habían regalado cuando pequeña y había sido criada por alguien mas. Cada vez que vimos a esta joven, pudimos observar que ella reflejaba alegría, gozo, contentamiento; se veía como alguien que se siente realizada y plena en la vida.  Me quedé meditando un poco acerca de las miles bendiciones que yo he tenido en mi vida y sin embargo algunas veces no reflejo ese grado de felicidad. Mi querido lector que nos acompañas hoy en esta columna Hay Una Esperanza, medita un momento acerca de tu vida, todo lo Bueno que ha sido contigo el Dios y Padre que te formó y te amó desde la eternidad.  Si acaso en tu vida hay soledad, amargura, malestar, inconformidad, quiero decirte que para ti Hay Una Esperanza; puedes sencillamente abrir tu corazón y tu mente para entender y recibir todas las bondades del Señor para contigo. Hay personas que les ha tocado sufrir situaciones adversas muy fuertes y sin embargo en Dios han aprendido a tener contentamiento, hoy puede ser un día de cambio para que puedas disfrutar y ser feliz el resto de tu vida.  Solamente reconócelo a Él como el Dador de todo lo Bueno, abre tu corazón y déjalo entrar y gobernar sobre ti.

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