Hubo en Galilea un pescador llamado Pedro, al que un día Jesús le llamó para que caminara sobre el mar; mientras los ojos de Pedro estuvieron en Jesús, se mantuvo a flote, pero cuando comenzó a verse a sí mismo y a contemplar sus limitaciones, se hundió.
Mientras estamos mirando a Dios, no nos estamos mirando a nosotros mismos; el hombre que ha luchado por purificarse y santificarse a sí mismo, pero sólo ha encontrado fracasos y frustraciones, experimentará un tremendo alivio al apartar sus ojos de sí mismo y ponerlos sobre el único perfecto: Jesús.
Muchas personas hay, que manifiestan inseguridad en lo que realizan, que muy a menudo exclaman: "Mejor me retiro, porque yo soy el problema"; "Reconozco que no soy capaz para estar acá y lo mejor es que otro ocupe mi lugar"; "Desde que yo vine aquí sólo problemas he ocasionado, lo mejor es que renuncie"; "Todo me sale mal, las cosas se me olvidan, no puedo hacerlas bien, busquen a otro que lo haga"... esa aparente inseguridad y falsa humildad al supuestamente reconocer su incapacidad y limitación, no es sino un grito revelador de orgullo que interiormente pronuncia: "No puedo aceptar equivocarme, necesito ser perfecto, de lo contrario no seré aceptado, ni amado". Obviamente estas personas están mirándose a sí mismas y no están dependiendo de Jesús, ni siquiera mirándole a El. El día que decidan apartar sus ojos de su "YO" y ponerlos en Dios, entonces se operarán dentro de ellos las cosas que por tanto tiempo han deseado; porque Dios mismo estará dentro de él obrando el querer como el hacer de Su buena voluntad.
Incredulidad es sencillamente poner al "YO" en el sitial que le corresponde a Dios, es confiar en nosotros y en nuestras fuerzas y capacidades y no en EL. Ciertamente el pecado ha venido a limitar y torcer nuestra visión interior. Pero que bueno es saber que la "Fe" es la mirada que el alma dirige a Dios, a Aquel que todo lo ve y que hace para nosotros muy fácil y accesible cualquier situación por dura que parezca. Reconociendo por supuesto que ni siquiera la "Fe" proviene de nosotros mismos, sino que Dios repartió a cada uno una medida de fe.
Si usted reconoce hoy que necesita levantar su mirada a El, es tiempo de comenzar a cumplir aquel verso de la Palabra de Dios que dice: "Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, PUESTOS LOS OJOS EN JESUS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE.”