TEMAS DE OPINIÓN

Los Pensamientos de Dios

Octubre 16, 2012


Mis queridos lectores, es un gusto volver a comunicarme con ustedes, como semana a semana lo hacemos. Gracias por ser asiduos lectores de esta columna, diseñada especialmente para ustedes. Quiero compartir con ustedes una situación que me está ocurriendo en el momento en que escribo la columna, para que todos podamos aprender y sacar el mejor provecho de la experiencia. Hace varias semanas había preparado un viaje misionero a los Ángeles, California, donde mi esposo y yo viajaríamos para llevar la Palabra de edificación y respuesta a muchos que lo necesitan.  Lo organicé de tal manera que al regreso pudiéramos hacer una parada en Dallas y tomar un desvío para visitar a nuestra hija menor, quien tiene unos días de vacaciones en medio de su año de estudios en la Universidad. Tanto nuestra hija como nosotros contábamos los días para vernos, después de la gratificante visita a Los Ángeles.  Todo estaba arreglado con mucho detalle, el lugar de hospedaje, el carro para alquilar y demás. Llamamos por teléfono a nuestra hija cuando aterrizamos en el pequeño aeropuerto de Northwest Arkansas, y le dijimos, ya falta poquito para vernos hija. Fuimos rápidamente al lugar donde se recoge el equipaje, le dije a mi esposo, si quieres yo espero las maletas, mientras tú vas avanzando con lo de la renta del carro. Cuando la primera maleta iba saliendo, mi esposo se acerco a mí, le dije con sorpresa, ¡Que rápido!, me dijo, tenemos un gran problema, ¿qué puede ser? le pregunté, me respondió, con cara de no ver la solución: Mi licencia está vencida.  Le dije, ¿queeee? y de inmediato le respondí, bueno, podemos rentarlo con mi licencia y ni modo, tendré que ser yo quien maneje; mientras sacaba yo los documentos, nos aproximamos ambos al mostrador, para comprobar que mi licencia se había vencido en la misma fecha que la de mi esposo. En un instante se nos desmoronaron todos los planes... tuvimos que tomar un taxi hacia el lugar de nuestro hospedaje, el cual estaba muy lejos de donde nuestra hija vive. Aún no hemos podido verla y abrazarla. Muchas preguntas vienen a nuestra mente... somos cuidadosos en mantener nuestros documentos en orden y al día, pero, ¿qué paso? En estos momentos solamente puedo creer que para nosotros Hay Una Esperanza, que el Dios de amor y misericordia nos dará una salida. Mis queridos lectores, yo espero que ustedes aprendan una lección con lo que nos ha ocurrido, con lo que nosotros estamos aprendiendo mucho; pero sobre todo, lo que si estoy haciendo a pesar de la situación, es darle gracias al Señor en todo tiempo, aun sin entender.  En este momento solamente la intervención del Padre Dios nos puede ayudar.  Hemos creído en un Dios Bueno cuyos pensamientos son de bien y no de mal para nosotros.

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