Mis queridos lectores es siempre un gusto saludarles, sobre todo en este tiempo en que estamos próximos a finalizar un año que ha sido un poco difícil para algunos y de gran bendición para otros.
Usted dirá… aun faltan dos meses, pero realmente cada vez el tiempo pasa mucho más rápido y en un suspiro ha transcurrido un año más.
Esta semana que comienza va a ser de mucha confrontación, pero declaramos de antemano que la luz se sobrepone sobre toda obscuridad.
En estas fechas en muchas partes del mundo celebran con rituales y festivales paganos, la salida del otoño y la entrada del invierno. La tradición Celta era esperar que los espíritus de los muertos re-encarnaran en cuerpos de animales durante la última noche de Octubre; de aquí se desprende el uso de disfraces en los festivales de otoño, lo cual se volvió una fiesta aun en los Estados Unidos y hasta en nuestros países por pura influencia cultural.
Los aparentemente inocentes juegos de “Trick or Treat”, pidiendo dulces de casa en casa, pueden ser de mayor riesgo de lo que ustedes puedan imaginar. No me refiero a riesgos naturales, sino más bien a peligros espirituales, mientras las personas ignorantemente se introducen en terreno del enemigo de Dios y de nuestras almas.
En este tiempo creo que tanto los adultos como los jóvenes han escuchado suficiente acerca del origen de estas celebraciones, de manera que cada quien corre con su responsabilidad sobre su vida espiritual y la de sus pequeños. Este día quiero declarar que para cada uno Hay Una Esperanza; esperanza de recibir revelación clara sobre lo que agrada a nuestro Dios, Creador y Padre. Esperanza de tener la suficiente determinación para decir “Si” a la luz y a la vida y “No” a las tinieblas y a la muerte.
Nuestra declaración puede cambiar la atmósfera espiritual; nuestra luz puede penetrar las tinieblas; nuestro ejemplo puede incentivar a los jóvenes a abrazar la verdad y la justicia. Nosotros somos agentes de cambio, generadores de vida eterna para establecer lo divino en la tierra.
Mi querido lector te animo a que te llenes de la esencia de Dios, de Su Palabra y Su Espíritu, para mantenerte en bendición en medio de todo lo que te rodee. Tú naciste para ser instrumento de bendición, no permitas que nada aborte tu propósito.