Queridos lectores, es un gusto saludarles nuevamente, mientras declaro mucha prosperidad en sus vidas, su familia y la fuente de su trabajo.
Quiero comentarles acerca de una familia a la cual quiero mucho, y que está integrada por el papá, la mamá, dos hijas hembras y un hijo varón; puedo decir que son mis hijos espirituales. Hace algunos años, unos cinco tal vez, ellos de común acuerdo decidieron que debido a la situación económica que estaban atravesando, la mamá y los hijos se irían a vivir a los Estados Unidos, ya que ella tenía residencia por su madre, quien vive allá y los hijos podían optar a visa de estudiantes por un tiempo, mientras les tramitaban su residencia. El problema era que el papá no podría irse, puesto que no tenía visa para quedarse y trabajar.
Ellos no pidieron consejo, sino que notificaron su decisión; recuerdo que les insistí en que por favor lo pensaran muy bien, que oraran mucho, ya que no era el orden de Dios que él se quedara y ellos se fueran. No obstante, ellos ya habían tomado su decisión y pronto consumaron su idea.
Pude visitarles a ellos en algunas ocasiones en que yo fui a la ciudad donde ellos están. Tan pronto ellos se fueron, el esposo y padre se desapareció, parece que trabajaba mucho y pronto se olvidó del Señor y de nosotros. Cada vez que ella venía a verlo, venían juntos a visitarnos.
Hace unos pocos meses ellos nos dieron la noticia de que pronto iba a salir la residencia de él, para finalmente reunirse todos y restablecer su hogar. Es triste ver que este hombre no ha disfrutado de los logros de sus hijos, sus graduaciones, verlos desarrollarse en sus trabajos, enseñarles a manejar, escoger el carro que iban a comprar, verlos conducir su carro y tantos detalles importantes en la vida. Puedo decir que en medio de esta situación anormal, el Señor los ha guardado.
Lamentablemente, en estos días recibí la mala noticia de que él no está interesado en irse, porque ha encontrado otra pareja aquí. Por supuesto sus hijos están muy afectados y la esposa ni se diga. No puedo dejar de pensar que el precio que ellos han pagado por superarse económicamente ha sido demasiado alto. La destrucción de un hogar es algo terrible; sin embargo, tengo que creer que para ellos todavía Hay Una Esperanza.
Nuestro Dios es especialista en restaurar hogares, no hay nada demasiado difícil, que Él no pueda hacer de nuevo. El Señor puede tocar profundamente el corazón de este hombre para atraerlo al Suyo, para que sus ojos se abran y salga de la pasión en que se encuentra, para buscar el amor verdadero que solamente el Espíritu Santo nos puede dar. Quizás querido lector tú seas uno que se encuentra en una situación similar, te digo que para ti también Hay Una Esperanza.