TEMAS DE OPINIÓN

Iniquidades

Mayo 6, 2013


Queridos lectores, es de mucha alegría dirigirme otra vez a ustedes.  Quiero como siempre comentarles acerca de algunas odiseas vividas, de las cuales todos siempre aprendemos. La semana recién pasada tuvimos la oportunidad de viajar a Cuernavaca, una ciudad muy cerca de la capital mexicana.  Nos recibió en la estación del autobús una mujer de unos 65 años de edad, quien nos hospedó en su casa, la cual ha convertido en posada, desde que enviudó. Ella fue muy amable con nosotros, nos atendió de maravilla, no como si fuéramos huéspedes, sino como ella lo haría con su propia familia.  Hasta su perrito Wiky ya nos conocía y se alegraba cuando llegábamos.  Ella parecía ser olvidadiza, no sabía donde dejaba su teléfono celular o qué había hecho con las llaves de la casa. Al finalizar nuestra estadía con ella, le dije que queríamos orar por ella en gratitud por sus especiales cuidados.  Comenzamos todos a orar para bendecirla; de pronto el Espíritu Santo me mostró una profunda soledad que había en ella, la cual afectaba su vida, impidiéndole consagrarse totalmente al Señor.  Siempre ella estaba anhelando la compañía de su hermana menor.  Comencé a hacerle algunas preguntas y pude darme cuenta que ella era producto de una relación de incesto, razón por la cual su madre no quería que ella naciera, temiendo una anormalidad congénita.  Pedimos perdón a Dios y oramos como el Señor nos indicó hacerlo. Yo estoy creyendo que ella fue libre y sana interiormente y que su vida fue transformada, y nunca volverá a ser la misma. ¿Sabía usted mi querido lector que las relaciones incestuosas traen consigo serias consecuencias que se pueden manifestar aun en áreas de la memoria y del sistema nervioso? Pero no importa cuán delicado o fuerte sea el efecto, estoy segura y plenamente convencida que Hay Una Esperanza y que la sangre de Cristo y el poder de Su Palabra son suficientes para revertir toda iniquidad y sus manifestaciones. La Escritura nos dice que el Señor Jesucristo murió por nuestras iniquidades, por nuestros pecados y por nuestras rebeliones; pero para ello necesitamos reconocer el poder de Su sangre derramada. Querido lector para ti también está activo ese poder, para librarte, para limpiarte, para que seas libre de las consecuencias de las impiedades. Es posible que tú tengas problemas de memoria, o del sistema nervioso, para ti es este poder.  Es mi deseo y el deseo de Dios, que lo tomes y lo uses; no importa cual sea la  causa de ello.

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