TEMAS DE OPINIÓN

Lecciones

Junio 10, 2013


Mis queridos lectores de su columna preferida Hay Un Esperanza, quiero comentarles acerca de algo que pude vivir recientemente, deseando que todos aprendamos de ellos. Conozco muy de cerca a un joven de mi ciudad, a quien vi crecer, pasar de infante a niño, luego a adolescente; ir de su escuela preescolar a la primaria, después a la secundaria y ahora está en la universidad; cuenta con unos veintidos años de edad.  En nuestra Escuela aprendió a jugar ping pon y hoy es un campeón.  Este joven trabaja además en el negocio que sus padres levantaron como una Empresa familiar. La semana pasada él le dijo a su padre que le parecía que deberían mandar a cortar un árbol que se encontraba cerca del lugar de acceso de los vehículos a su negocio; sin embargo, su padre, viendo el aspecto natural le dijo, mejor lo vamos a dejar porque nos sirve la sombra.  Tres días después, el joven insistió y le preguntó a su padre, ¿entonces en qué quedamos? ¿Decidiste cortar el árbol? A lo cual su padre respondió que no. Dos días después sobrevino una terrible tormenta acompañada de mucho viento, relámpagos, truenos, rayos y descargas eléctricas, que afectaron nuestra ciudad en varios sectores; pero uno de los incidentes más fuertes fue que el mencionado árbol fue desarraigado por la fuerza del viento, cayendo sobre el patio vecino, provocando estragos en su caída, como ser la destrucción de la tubería que conducía el gas del tanque hacia la cocina del negocio. Casi puedo pensar, ver y reproducir la escena, del padre agarrándose la cabeza mientras decía: ¡Le hubiera hecho caso a este muchacho!   Bueno mi querido lector, estoy casi segura que si usted hubiera sido el padre, tampoco le hubiera hecho caso a su hijo de tan corta edad, pero a través de esto, el padre aprendió una lección que le costó un poco de dinero y de atraso en su empresa. Para todos nosotros hay una lección, pero sobre todo Hay Una Esperanza al saber que podemos aprender que Dios puede hablarnos a través de un joven y hasta de un niño.  No debemos menospreciar la voz de Dios por medio de los pequeñitos, porque los de corazón sencillo son instrumento preferido para Dios hablar a través de ellos, pues de esa forma nos confronta con nuestro conocimiento y patrones de razonamiento. Les invito mis queridos lectores a abrir su corazón para que Dios pueda hablarles como Él quiera y a través de quien Él quiera.

Ver Todos los Artículos