TEMAS DE OPINIÓN

Donde Está la Necesidad

Julio 8, 2013


Quiero saludar a todos los asiduos lectores de esta su columna Hay Una Esperanza, deseando toda clase de bien sobre cada uno. Una vez más les comentaré algo que me ocurrió recientemente, sabiendo que seremos edificados.  Hace unos pocos días tuve la oportunidad de ser invitada especial a una graduación universitaria, en mi ciudad.  El año pasado para esta misma fecha, también estuve entre los invitados especiales, de la graduación de este mismo centro educativo.  Ya sabía en esta ocasión, que me encontraría de nuevo con las autoridades educativas que viajarían de la capital, además de los que son locales. Llegué unos minutos antes de la hora convocada, tardaron en dar inicio porque las personas que venían desde Tegucigalpa habían tenido un pequeño atraso.  Finalmente ellos llegaron, pasaron al salón donde yo estaba, pues había que colocarse una toga; y gentilmente los encargados del local nos permitieron esperar con aire acondicionado, mientras comenzaba el desfile ceremonial.  Saludé al Doctor que presidiría la ceremonia, al verlo le pregunté de inmediato por su esposa, a quien yo había conocido el año pasado; mi sorpresa fue grande cuando él me respondió que ella había fallecido el año pasado, que la graduación anterior había sido la última actividad de la cual ella había participado, pues le diagnosticaron un cáncer fulminante, partiendo en el mes de septiembre pasado. Me era difícil creer lo que estaba oyendo, por supuesto le expresé mi sentir; pero sobre todo, inmediatamente me puse a meditar que cuando la conocí a ella, no compartimos mucho, sino que yo me incliné por hablar con otra de las personas que había llegado, con quien probablemente sentí mayor afinidad.  He estado meditando acerca de la importancia de estar apercibidos para hablar con las personas que debemos hablar, orar por los que debemos orar y no pensar tanto en nosotros mismos o en sentirnos bien, sino tener nuestros ojos espirituales abiertos para descubrir dónde está la necesidad. Sé que de nada sirve llorar sobre la leche derramada, pero es inevitable pensar “si yo hubiera…” Querido lector, es posible que a ti te haya ocurrido lo mismo en una o más ocasiones, quizás tuviste a tu lado a una persona a quien deberías haberle hablado acerca de su destino, de la vida eterna, del propósito en Dios; y no lo hiciste.  Creo sin embargo que tanto para ti como para mi Hay Una Esperanza, porque nuestro Dios es Bueno y para siempre Su misericordia, por lo cual nos da otra oportunidad, no para dejarla pasar inadvertida, sino para aprovecharla y actuar. Es mi deseo que tú medites este día en las oportunidades que el Señor nos presta para alcanzar a otros para que estos conozcan la vida eterna. Es más, quizás hasta debamos pedirle al Señor cada día que nos ayude a encontrar en nuestro camino a aquellos que necesitan escuchar  lo que tenemos nosotros para compartir; lo cual puede cambiarle la vida a los demás.

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