Queridos lectores de su columna Hay Una Esperanza, los saludo cariñosamente y los bendigo este día.
Quiero comentarles acerca de un señor de más de 70 años, quien de pronto se sintió mal, le dolían las piernas y no podía mantenerse en pie, por lo cual lo llevaron a un centro hospitalario para hacerle análisis; los médicos encontraron que sus riñones no funcionaban bien y que por ende su corazón se esforzaba mucho, en fin vinieron algunas complicaciones, al punto que tuvieron que ingresarlo en la Unidad de Cuidados Intensivos, entubándolo para conectarlo a un respirador; su esposa, sus hijas y muchas personas más, oraban sin cesar para que Dios le permitiera tener una experiencia con Él y disfrutar la salvación.
Pasaron algunos días, durante los cuales él estaba inconsciente, pero todos seguían orando y creyendo; Los médicos dijeron que el paciente no podía seguir intubado, de manera que si ese día no cobraba conciencia, le harían una traqueotomía.
La oración era más fuerte y específica; y ese día que era el límite puesto por los médicos, él abrió sus ojos, sonrió y empezó a reconocer a los que estaban a su alrededor. Él le comentó a una de sus hijas “Hoy si pude experimentar la presencia de Dios” y comenzó a narrarle algo que le había ocurrido mientras estaba inconsciente, dije que "sintió que unos seres de color negro lo perseguían, pero que de pronto la presencia de Dios lo envolvió y no pudieron hacerle daño". En determinado momento él sintió dolor en el abdomen y en lugar de quejarse dijo: “Padre mío, Padre mío”, refiriéndose a su Padre Dios, a Quien acababa de conocer.
Es increíble como nuestro Dios responde al clamor de Sus hijos, sobre todo cuando se trata de pedirle que le extienda los días a alguien para que Le conozca a Él. No importa que tan grave pueda estar ese alguien, si le creemos al Señor y le clamamos, sobre todo para que la persona tenga un encuentro divino para salvación, Hay Una Esperanza; Él es Poderoso y Fiel para hacerlo. Una de sus hijas, quien es Pastora, lo bautizó en aguas en su cama del hospital.
Queridos lectores, amigos, no debemos perder la esperanza en Aquel cuya voluntad es que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento, al conocimiento del Hijo de Dios.
Les animo en este día a que no dejen de creer y de pedir misericordia a nuestro Buen Dios, Quien es justo y es amor. No nos demos por vencidos porque nuestro Padre desea bendecirnos y es Su anhelo, que cada uno de nuestros familiares Le conozca.