TEMAS DE OPINIÓN

No Te Rindas

Enero 19, 2015


En estos días recién pasados tuve la oportunidad de ver de cerca una situación que realmente me dejó sorprendida favorablemente. Un varón de Dios a quien quiero mucho, llevaba 18 años orando por la salvación de su padre, un hombre de más de setenta años que era bastante machista; quien en su vida ingirió mucho alcohol y fumó mucho cigarrillo, pero fue un buen padre que enseñó a sus hijos y a toda la comunidad a servir al prójimo. Don Arturo era muy querido por todos. Una mañana de este mes, este hombre estaba en su casa esperando a su hijo, quien solía ir a visitarlo. Al llegar este, le dijo: Te estaba esperando, para decirte que quiero recibir a Jesucristo como el Salvador de mi alma. El hijo se quedó sin palabras, un nudo se le atravesaba en su garganta, sin saber ni siquiera cómo reaccionar, ni qué decir. Después de haber orado el hijo por su padre, este le expresó que sentía como si hubiera vuelto a nacer; y en verdad así era, él nació de nuevo. Al día siguiente este señor se comenzó a sentir mal, como que se asfixiaba; por lo que lo llevaron al hospital, donde le diagnosticaron enfisema; lo cual a su vez le descompensó las funciones renales. Como consecuencia del nitrógeno en el cerebro, comenzó a desvariar. En dos días, los médicos dijeron que aún si se recuperara no garantizaban su estado. En su sufrimiento él pidió que lo llevaran a casa, donde parecía estar estable y controlado, pero al día siguiente expiró. Cualquiera cuestionaría por qué pasó esto; pero entendemos estos asuntos espirituales y damos gracias a Dios que le concedió a este hombre alcanzar salvación al final de su vida, por causa de la fidelidad de su hijo, quien nunca dejó de orar y siempre creyó que Dios le respondería. Definitivamente podemos ver que siempre Hay Una Esperanza, que no debemos desmayar ni cansarnos de creer y de orar, porque Dios es muy fiel y responde. Quizás mi querido lector tú eres uno de los que ha estado esperando por meses o años que Dios actúe en la vida de tus padres o de tus hermanos o esposo, o de un hijo tal vez. No te rindas, te aseguro que para ti también Hay Una Esperanza. Cuando nos damos cuenta del destino que les espera a las personas sin Cristo, definitivamente no queremos por nada del mundo que eso les pase a nuestros seres queridos; no cesemos de orar y clamar a Dios por misericordia. El deseo de Dios es que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento y a reconocer que Jesucristo es nuestro único Salvador, Quien nos libra de la condenación eterna. El cielo es real, pero el infierno también; es nuestra responsabilidad decidir dónde queremos pasar la eternidad. No olvides que el deseo de Dios es tenerte con Él para siempre en el cielo.

Ver Todos los Artículos