TEMAS DE OPINIÓN

Energía

Diciembre 22, 2015


He conocido en mi recorrido por algunas de las montañas de Honduras, personas felices, que nunca han tenido energía eléctrica en sus hogares, ni su comunidad. Un día que visité una de estas comunidades, sabiendo yo que eran personas de fe, les pregunté a unos de ellos ¿Por qué no oran para que el Señor envíe a instalarles la energía? La respuesta de ellos fue: de esta manera, nosotros y nuestros hijos hemos sido guardados de alguna contaminación e influencia negativa que se recibe a través de la televisión; al existir energía, habría televisores y eso distraería a las personas de su vida de oración.

En otra montaña, donde el Señor nos permitió tener una casita de reposo, obtuvimos energía eléctrica. Le ofrecimos a nuestros vecinos, unos señores ya mayores, instalarles una fuente de luz sin costo alguno; sin embargo ellos no mostraron interés al respecto, pues ya habían vivido aproximadamente unos setenta años sin energía; preferían seguir así, que experimentar un cambio a esa edad. En medio de la crisis energética que estuvimos sufriendo, los racionamientos que tanto afectaron la industria, el comercio y la economía nacional, sobre todo la urbana; en la ciudad no se hablaba más que de esos cortes, del calor sofocante por no tener aire acondicionado o ventiladores, a veces ni agua fría siquiera; pero esta gente de la que les hablaba, continuaba inmutable, sin ser afectadas en lo absoluto. Realmente no podemos extrañar aquello que nunca hemos tenido, pero nos hace tremenda falta aquello a lo que nos hemos acostumbrado y que de pronto no podemos tener.

Qué bueno sería si pudiéramos agradecer lo que hasta ahora hemos tenido, en lugar de lamentarnos por lo que no tenemos; pero por sobre todo, sería mejor que comenzáramos a acondicionar nuestra mente, nuestra forma de vida, a contentarnos y a ser agradecidos con lo que aún podemos tener. 

Más maravilloso sería que empezáramos a disfrutar de las bellezas naturales que Dios nos ha provisto.  Disfrutemos del anafre, la hornilla y el fogón.  Comencemos las reuniones, clases, charlas, conferencias o citas de negocios, bajo una hermosa palmera, disfrutando del aire puro del patio.  Una cena con nuestro(a) esposo(a) a la luz de las velas resultaría muy estimulante después de tanto tiempo.  Empecemos a salir con nuestros hijos a nadar en la fresca corriente de la quebrada.  El agua enfriada al natural en una vasija de barro es incomparable.  Busquemos el aire sin contaminación de la montaña.  ¿Y por qué no?... empecemos a crear generadores de viento o solares.  Es interesante aprender a preservar alimentos por deshidratación solar, ahumados o en conservas.  El combustible está caro, pero que emocionante es un paseo en bicicleta con toda la familia; o bien una caminata para realizar un picnic en un lugar cercano y tranquilo.  Tal vez hay espacios hermosos que no nos hemos detenido a observar, y esta puede ser la gran oportunidad.

¡Hay Una Esperanza! No permitamos que el afán o la frustración hagan nido en nuestro corazón, tratemos de encontrar lo positivo, lo bueno, lo amable, la bendición en medio de esta situación. Intentemos buscar el rostro de Dios llamándonos a volvernos a la sencillez, a lo natural.  Quizás es tiempo de respirar al aire libre y llenar nuestros pulmones y nuestro cerebro de la vitalidad de Dios en el verdor de Su creación.

Hay un gozo inefable en disfrutar los regalos que Dios nos ha dado,  tesoros preciados, de valor incalculable.

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