Enero 5, 2016
Los inventos más geniales de la historia han surgido por accidente, por causalidad y no con un propósito intencional.
En nuestra vida cotidiana, cometemos muchos errores, los cuales quizás no se conviertan en tremendas invenciones o patentes, pero si estamos seguros que traen consigo muy buenas enseñanzas y que son parte vital del aprendizaje en la escuela de la vida, la cual es el mejor centro de entrenamiento a nuestro alcance.
Un obstáculo enorme para poder recibir la enseñanza a través de cada falla, es que al hombre en su naturaleza carnal, no le gusta reconocer que pudo haberse equivocado o que en determinado momento no tenía la razón.
Una de las más grandes pruebas de humillación que el hombre necesita pasar es la de reconocer que estaba errado; y luego estar dispuesto a rectificar. Mientras no tengamos la convicción de error en cada situación, seguiremos cometiendo el mismo error consecutivamente, aunque bajo diferente apariencia o matiz, una y otra vez, una y otra vez; hasta que sea quebrantada el alma del hombre natural, y se disponga a rectificar, a reconocer el error y a recibir la enseñanza que de ello puede obtenerse.
Una de las formas de reconocer que un hombre es humilde, es cuando este acepta que estuvo equivocado. A la vez, la más grande prueba de soberbia y altivez humana, es evidente cuando alguien cree que siempre ha hecho lo correcto, lo justo; que los demás han estado equivocados en su apreciación, o no les comprendieron, pero que ellos siempre hicieron lo mejor.
Esta situación no se da esporádicamente, sino que se trata de una condición diaria en cada varón o mujer. Si acaso es usted una de esas personas que hasta ahora siempre ha creído haber estado en lo correcto, si usted nunca ha aceptado haberse equivocado, o no ha sabido aprovechar la enseñanza de sus errores, en este día quiero decirle que para usted Hay Una Esperanza. Al reconocerlo hoy estará comenzando a caminar sobre el ejemplo de Jesús quien dijo: Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón.
